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Trastornos de la alimentación

Un trago amargo en la dulce espera



Pregorexia
Así son llamados los trastornos de alimentación durante el embarazo, que se presentan cada vez con mayor frecuencia. Pueden causar serios daños en la salud física y emocional de la futura mamá y del hijo por nacer.

El nombre no es fácil ni demasiado escuchado: pregorexia. Y hay que bucear un poco en la etimología de la palabra para aproximarse a su significado. Pregnant, del inglés, embarazada y orexis del griego, apetito.

Los trastornos alimentarios durante el embarazo han comenzado a convertirse en un problema bastante frecuente, y no es complicado entender por qué. "Si bien no tenemos estadísticas -explica a Experiencia Mamá la doctora Juana Poulisis, médica argentina especializada en estas patologías por las Universidades de Sydney, Australia y de Pittsburgh, EE.UU- es lógico pensar que con el creciente incremento de mujeres que sufren trastornos alimentarios es también mayor el número de ellas que quedan embarazadas y ya lo padecen. Cuando eso ocurre, seguramente experimentarán dificultades también durante la gestación".

La doctora Poulisis explica que está desaconsejado que busquen un embarazo mujeres con TA severos (trastornos alimentarios como por ejemplo cuadros de anorexia nerviosa o de bulimia muy descompensados). Lo ideal es que los síntomas remitan antes de encarar esa búsqueda. Pero también es cierto que a veces el deseo de un hijo oficia de puntapié para mejorar. "Es frecuente encontrar que una mujer que sufrió un trastorno alimentario durante años llegue a la consulta motivada porque quiere ser mamá -dice Poulisis-. En esos casos, la decisión coopera con la recuperación".

Sin embargo, agrega la especialista, si bien la anorexia nerviosa suele traer como consecuencia las alteraciones del ciclo y aun la ausencia del período menstrual, el embarazo puede darse de todos modos. Y ahí habrá que poner toda la atención en el cuidado de la paciente. "Es que –reflexiona la médica-, los trastornos alimentarios durante el embarazo pueden poner en riesgo la vida del hijo por venir, debido al mandato de la mujer por adecuarse a una imagen corporal".

Dice la doctora Poulisis que estas futuras mamás obsesionadas por su peso pueden poner en marcha conductas que van desde la restricción de calorías y nutrientes hasta la realización de ejercicios extremos y hasta combinarlos con atracones, purgas y laxantes, con el peligro que ésto significa. El bienestar del bebé compite permanentemente con los fantasmas que se proyectan en el espejo de la mamá.

El control del obstetra
En este sentido, es muy importante contar con un obstetra que enfoque la cuestión del aumento de peso durante la gestación con una mirada abarcativa y que sugiera alternativas alimentarias variadas, completas, equilibradas. Hasta hace algunos años, las mujeres no eran seguidas "tan" de cerca con la balanza. Pero en la actualidad, y para evitar serios trastornos como la diabetes gestacional o la hipertensión, el obstetra exige mantenerse a raya.

"Es correcto cuidarse para no aumentar más de lo indicado: 9 kilos como mínimo y no más de 15 en casos de tener una complexión física estándar -expresa la doctora Poulisis-. Pero hay que prestar especial atención a aquellas mujeres que no ganan peso dentro de lo esperado durante el embarazo. Tuve una paciente que engordó sólo 8 kilos en total, y su médico le decía que era la paciente perfecta, ‘un relojito' la llamaba. Esa mujer, en realidad, cursó casi todo el embarazo con un trastorno alimentario que su médico no advirtió".

Por esta causa, la especialista, que es magister en Psicofarmacología por la Universidad Favaloro e integra la prestigiosa Fundación La Casita (dedicada a trastornos alimentarios), aconseja que se chequee la presencia de trastornos alimentarios previos al embarazo y también las alternativas para enfrentarlos, si se tiene en cuenta que para tener un hijo es inevitable (e imprescindible) aumentar de peso.

Hay casos en que el último mes de gestación se evita y se procede a un parto prematuro (con el alto riesgo que eso implica) porque es donde más peso ganan el bebé y la mamá: algunas mujeres buscan disminuir la aparición de estrías, la flaccidez de los tejidos y la mayor acumulación de grasa. Pero dice con preocupación la doctora Juana Poulisis que estas elecciones sin duda riesgosas se muestran como algo positivo en los medios. "Tenemos el caso de la actriz Angelina Jolie, elogiada por lo delgada que estuvo aun esperando gemelos -afirma la especialista-. Observaciones similares se hacen sobre mamás recientes, y famosas, que recuperan ‘milagrosamente' su peso tan rápido luego del parto".

Cuando el bebé ya nació
También ahí, en el posparto y la lactancia, se juega la suerte de la mujer con un trastorno alimentario y de su flamante hijo. Puede ser que aparezcan recaídas después de atravesado el embarazo y que haya un mayor riesgo de depresión que en el resto de las mujeres. "El bebé se transforma en una víctima del trastorno alimentario de su mamá –añade Poulisis-. Aun en una etapa donde la dependencia tanto física como psíquica es muy estrecha, es sometido a carencias en su alimentación, porque es posible que la madre produzca ‘poca leche' y no sea capaz, tampoco, de contenerlo y darle sostén".

Para la doctora Poulisis, el trastorno alimentario durante el embarazo es una forma de no priorizar el crecimiento de ese hijo que viene en camino, al restringirle desde antes de nacer lo que más necesita: la nutrición. Por eso existe un alto riesgo de que la mamá que se obsesionó con el peso y la figura mientras estaba embarazada desplace su problemática sobre los hijos, una vez nacidos: si esa madre al estar gestando un bebé en la panza no pudo priorizarlo debido a su obsesión por la delgadez, también va a tener esa misma obsesión con sus hijos, especialmente si son hijas mujeres.

"En mi práctica vi dos cuadros posibles –afirma Poulisis-. El de la mamá que restringe en alimentos o en calidad de alimentos, por ejemplo, no dándole nunca dulces o golosinas, y entonces esos niños van desesperados a los cumpleaños de amiguitos o a sus casas y se comen todo lo que su madre no les permite. O está el otro caso: lo que su madre no se permite comer se lo da a sus hijos de una forma desmesurada, es decir, los atiborran de comida. También puede ocurrir que estos hijos desarrollen una patología muy frecuente, que es la de comer selectivamente, es decir, sólo determinados alimentos".

Riesgos para la madre y el bebé asociados a trastornos de la alimentación durante el embarazo
• Diabetes gestacional
• Hipertensión
• Disminución del volumen de líquido amniótico
• Deshidratación
• Irregularidades cardíacas debido a la disminución del potasio (a consecuencia de vómitos inducidos)
• Desprendimiento placentario
• Aumento de posibilidades de complicaciones durante el parto
• Bajo peso del bebé
• Ictericia neonatal
• Aumento de riesgo de retraso mental en el bebé
• Retraso de crecimiento intrauterino
• Insuficiencia respiratoria en el bebé
• Alteraciones neurológicas
• Más riesgo de hiperactividad con desatención


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