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A dormir... también se aprende

Claves para facilitar el sueño del bebé



Lograr que un bebé duerma una cantidad sostenida de horas sin que esto implique un drama doméstico cada día es uno de los desafíos más difíciles que suelen enfrentar los papás, en especial, primerizos. Un pediatra especialista en el tema cuenta algunas claves para facilitar la tarea.

El doctor Martín Gruenberg afirma que si bien no existen "recetas" que aseguren un buen sueño para el bebé, sí pueden darse algunas recomendaciones que permitan acercarse al objetivo.
La primera es generar una higiene del sueño.
"Una cuestión fundamental es que todas las noches, a la misma hora, en la casa vayan bajándose las revoluciones para crear un ambiente propicio al sueño: apagar el televisor, darle un baño relajante, alimentarlo y una vez que se ha dormido acostarlo en su moisés. Cuanto más seguido, más rápido se convertirá en rutina. No es necesario que sea siempre, ni desde el primer día, pero cuanto antes, mejor", dice el doctor Gruenberg.
El pediatra afirma que el sueño de los bebés es un termómetro de su estado emocional y físico y que el primero depende casi exclusivamente de la relación que el chiquito mantenga con su mamá (la tan mentada "diada madre-hijo"). Esa relación que la madre construye con su hijo se llama apego, y es un lazo fortísimo y duradero que se convierte en clave de un desarrollo sano.

El llanto
Hasta los tres meses de vida, uno de los problemas que más conspiran contra el sueño del bebé (y el buen humor de los padres) es el llanto. "Los menores de tres meses lloran mucho y los padres, en especial los primerizos, se cuestionan y se preguntan por qué: lo más frecuente es que los chiquitos tengan hambre, dolores o cólicos.
¿Hambre? Hay que controlar cómo aumentan de peso: si los varones suben menos de 15 gramos diarios y las nenas menos de 10... el llanto efectivamente es porque no comen todo lo que deberían. Un bebé menor de tres meses bien alimentado, sin dolores ni incomodidades debería dormir 14 horas diarias. "Pero como tiene hambre -dice el pediatra- duerme poco y llora entre las mamadas".
El doctor Gruenberg advierte en este punto, que una mamá "demandada" por un bebé hambriento puede stressarse y no lograr que sus pechos, entre toma y toma, vuelvan a llenarse. "Así se genera un círculo vicioso que pone en peligro la suficiente producción de leche y que implica que la mamá esté más cansada, con sueño y angustiada de lo normal. En estos casos, es muy importante consultar acerca de la técnica que se utiliza para dar de mamar, y recibir asesoramiento o inclusive alguna medicación (domperidona o fenogreco) que son inocuas para el niño pero estimulan la producción de leche".
Si el bebé, en cambio, aumenta bien de peso pero sigue llorando y es muy difícil de consolar (por eso demanda brazos todo el tiempo e inclusive llora en brazos), seguramente tiene un dolor que no le permite dormir: de oídos por otitis o angina, esofagitits por reflujo, dermatitis del pañal o alguna infección urinaria, que son los problemas más frecuentes entre los recién nacidos. La consulta con el pediatra debe ser lo antes posible.
Finalmente, un bebé también puede dormir poco por cólicos, y los cólicos, dice el doctor Gruenberg, suelen estar causados por la sobrealimentación. "Si un varón aumenta más de 50 gramos diarios y una nena 40, están sobrealimentados y pueden tener cólicos", afirma el pediatra. La sobrealimentación genera llanto, que a menudo pretende ser calmado con más comida, lo que genera más dolor y así se produce el círculo vicioso entre dolores y llanto por sobrealimentación.
Una situación bastante frecuente, que puede presentarse hasta en el 30% de los bebés menores de un mes, es lo que en pediatría se llama "llanto del crepúsculo": de pronto, al atardecer, los chiquitos comienzan a llorar desesperadamente. "La mayoría de las veces ocurre con mamás primerizas y por sobrealimentación –explica el pediatra-. En realidad, el bebito no suele sufrir dolores en estos casos. "Pero cuando lloran ponen la pancita dura, estiran las piernitas y eliminan gases, y por eso durante mucho tiempo se pensó que la causa de este llanto eran cólicos o gases –recuerda el doctor Gruenberg-. Sin embargo, el problema es que los bebitos tienen poca fuerza muscular y no son capaces de contraer los músculos abdominales para eliminar gases. Cuando lloran tragan más aire y contraen esos músculos sin darse cuenta, lo que les hace eliminar los gases acumulados. En realidad, los bebés con llanto del crepúsculo no lloran porque eliminan gases, sino que eliminan gases porque lloran".
Los bebés, afirma el pediatra, tienen una pulsión o necesidad incontrolable de succionar y buscar el pecho. Pero eso no significa que siempre tengan hambre. "Cuando la mamá tiene mucha leche, puede ocurrir que el bebé se ahogue en cada toma y necesite hacer pausas para respirar -explica el doctor Gruenberg-. En esos casos lo que conviene es que la mamá se extraiga los primeros chorros, que es la leche más líquida y menos nutritiva y en caso de que el chiquito lo necesite ofrecerle un chupete redondo y blando para que pueda satisfacer su necesidad de succión no nutritiva".
Otra recomendación a tener en cuenta es que para cortar el círculo vicioso del llanto por sobrealimentación es importante pasearlo mucho en brazos e intentar no volver a alimentarlo antes de dos horas y cuarto de la alimentación anterior (el horario se cuenta a partir del momento en que comienza la mamada o toma de mamadera).
Aunque la alimentación se reduzca y sea más espaciada, puede ocurrir que el bebé siga llorando algunos días más porque los cólicos permanecen. Es recomendable hacerle algunos masajitos en el vientre, en círculos, con aceite o crema, en el sentido de las agujas del reloj

Sueño y moisés
Muchos padres, en especial los primerizos, notan que su bebé menor de tres meses no se puede quedar dormido en el moisés. No es nada raro: pasó nueve meses en la panza, rodeado de líquido tibios, sin sentir ninguna necesidad, alteración, hambre… ¿Cómo va a quedarse tan tranquilo y confortable de pronto ubicado en un lugar con sábanas frías y duras, que no se parecen nada a ese sitio perfecto que hasta ahora conocía? "El bebé pequeño necesita brazos, brazos y más brazos –asegura el doctor Gruenberg-. Hasta los tres meses, un chiquito no tiene capacidad alguna para malcriarse y si llora tiene que estar en brazos, es lo más parecido a lo que vivió cuando estaba dentro del útero. Eso lo calma".
Gruenberg es más claro y contundente todavía: "Los bebés recién nacidos siempre tienen razón. Si lloran, deben estar en brazos. Si sólo duermen en brazos o sobre la mamá o el papá, hay que respetarlos".
¿Entonces? ¿Tendrán que dormir así para siempre? "No –advierte el pediatra-. Cuando el bebé se duerme profundamente habrá que pasarlo a su moisés. No hacerlo antes, porque es ahí cuando lo obligamos a sentirse cómodo en un espacio que no conoce y que rechaza la tarea será muy difícil. Sólo cuando lo hayamos acostado muchas veces y pueda reconocerlo como un lugar familiar y confiable, se quedará tranquilo".
Un detalle sumamente interesante que aconseja a esta altura el pediatra es que los padres no interrumpan el sueño cuando lo escuchen hacer ruiditos o gemidos o lo vean moverse en el moisés: eso es parte de la maduración que atraviesan y cualquier interrupción es negativa.
"Cuando un bebé duerme, intercala sueño profundo con sueño superficial. Si duerme más de tres horas alcanza el sueño profundo, y éste ocurre una sola vez al día –afirma el doctor Gruenberg-. Si alcanza el sueño profundo en horas diurnas, no dormirá de noche, por eso es recomendable despertralo si está dormido más de dos horas y media de día, para que el único período de sueño prolongado pueda trasladarse a la noche".
Ahora, ¿cómo distinguir cuándo puedo despertar al bebé sin mayores complicaciones, es decir, cuando esté en etapa de sueño superficial?"Si lo sentimos totalmente flojo, sin reflejos ni movimiento musculares, eso es sueño profundo –dice el pediatra-. Volver a llevarlo al moisés y probar a los quince minutos: si tiene movimientos y reflejos estará en etapa de sueño superficial y allí será más fácil despertarlo, cambiarle el pañal, limpiar su cordoncito, hacerle masajes o acariciarlo hasta que abra sus ojos o llore. Recién ahí volveremos a alimentarlo y a lograr que se duerma otra vez".
Sin embargo, Gruenberg puntualiza que hasta los tres meses de edad, el bebé deberá ser levantado del moisés cada vez que llore.
"Durante el primer trimestre de vida los bebes se manejan por el principio del placer. Según ese principio, si siente placer puede comer, crecer y dormir con tranquilidad. El displacer le genera una tensión interna que no puede tolerar y llorará, no podrá comer ni dormir con tranquilidad y los padres son los responsables de cambiar esa situación displacentera –explica el pediatra-. Lo desconocido (el moisés) los hace llorar. ¿Pero cómo y cuándo se acostumbrará al moisés? Luego de haber estado allí acostado muchas veces seguidas, generando una rutina. Pero si llora, hay que sacarlo. La rutina nocturna debería ser: se duerme en el pecho, se le hace provechito y se lo acuesta en el moisés, dormido. Si llora, hay que levantarlo y dormirá en brazos, paseando o en la cama con los padres. Luego de haber hecho la misma rutina entre 15 y 30 veces, al acostarlo en el moisés ya dormido, continuará durmiendo sin llorar.

-¿Está bien pasarlo a su cuarto cuando se despierte solamente una vez por noche?
-Mi recomendación es que alrededor de los tres meses, cuando tenga una buena higiene del sueño y esté durmiendo un período de 5 o 6 horas nocturnas, se alimente y luego duerma tres horas más, es tiempo de ir pensando en mudarlo a su habitación.
El riesgo de continuar durmiendo al lado de los padres es que, ante cualquier movimiento del bebé, la madre mueva la cuna o le palmee la colita para que vuelva a dormirse. Ese estímulo se asociará al sueño y a partir de allí, todas las noches necesitará el mismo estímulo para volver a dormir. En cambio, el bebé que se duerme solo en su cuarto, recurre a mecanismos propios para volver a dormirse. Para que un bebé duerma toda la noche de corrido debe dormirse solo en su cuna, en presencia de un objeto transicional (juguete, osito, trapito, sabanita, etc.) que deberá estar junto a él cada vez que se despierte.


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