Cada vez que amamantás a tu hijo vivís un momento único con él. Y cada uno de esos momentos fortalece la relación. No sólo alimentás su cuerpo, sino también su corazón. Por este motivo te recomendamos que mientras lo amamantás, lo mires a los ojos, le hables, lo acaricies, lo mimes. Cantale, hablale, decile cuánto lo querés y abrazalo; aunque parezca que no entiende, tu hijo siente todo lo que le transmitís.
Podés compartir este hermoso momento junto al papá y todas las personas que te ayudan para que tu hijo crezca sano y feliz. Con este contacto entre ustedes, de piel a piel, mientras él se alimenta de vos, lo estás ayudando a que desarrolle sus sentidos, la inteligencia y la confianza en sí mismo.
La seguridad que le transmitas mientras lo atendés, le asegurará crecer confiado en sí mismo y en los que lo rodean.
El juego también es una de las mejores maneras de estimular a tu hijo y debe ser siempre un momento para disfrutar, para compartir, para ser felices. Podés darle la posibilidad de explorar, descubrir y relacionarse con otras personas y con el ambiente donde crece.
Jugar es necesario para el niño y muy agradable para los papás. No dejes de jugar con tu hijo, lo vas a ayudar a crecer sano y feliz… y vos también vas a ser feliz jugando con él.