Al llegar a los 2 años de edad, el bebé será capaz de: • Mantener el equilibrio sobre un solo pie durante 5 a 10 segundos. • Atrapar y lanzar una pelota de vez en cuando. • Caminar colocando un pie a continuación del otro. • Conocer su nombre y apellido, edad y sexo. • Vestirse (incluso abotonarse) si es supervisado por alguien. • Jugar a la mancha (el corre que te pillo, la roña) y al "Antón Pirulero". • Utilizar en el habla los plurales, pronombres y preposiciones. • Dibujar un círculo si primero se le muestra cómo se hace. • Entender conceptos como "cansado", "hambriento" y "frío". • Entender el concepto del número "dos". • Utilizar oraciones compuestas por cuatro o cinco palabras. • Seleccionar objetos según su color y forma. • Armar construcciones con hasta nueve bloques o cubos. • Completar un rompecabezas de tres o cuatro piezas. • Saber dónde deben guardarse las cosas y hacerlo. • Comer casi sin ayuda. • Controlar sus esfínteres durante el día y, a veces, permanecer seco toda la noche. • Identificar y discriminar entre sí algunos colores. • Subir y bajar escaleras con pies alternados. • Repetir una serie de tres números o una oración que contiene seis sílabas. • Lavarse las manos sin ayuda.
Entre los dos y los tres años el niño es casi un maestro en el arte de entretenerse solo. La mayoría de sus juegos son solitarios, aunque eso no signifique que no le guste jugar junto a otros niños.
En general, lo que más lo atrae son los juegos de clasificación de piezas, los rompecabezas, pintar con los dedos y con pincel, jugar con juguetes que le despiertan la imaginación, triciclos, autitos y otros rodados a los que puede subirse y andar, así como los columpios (hamacas), subibajas, toboganes y todos los demás elementos de la plaza de juegos, que le permiten practicar sus habilidades motrices gruesas en permanente perfeccionamiento.
Entre los juguetes apropiados para este grupo etario cabe mencionar: • Muñecas que puedan ser vestidas y desvestidas. • Libros didácticos encuadernados en tela. • Cuentas (abalorios o bolitas) para unir con una cuerda. • Juguetes para martillar y encastrar. • Títeres que se manejen con los dedos. • Juguetes para la clasificación de figuras. • Juguetes para calzar cubos o clavijas de madera. • Juguetes para juegos de imaginación (equipos para la limpieza del hogar, para servir el té, etc.). • Ropa para vestir muñecos. • Mesas, sillas, casas de juguete. • Aparatos de gimnasia para deambuladores. • Autitos, triciclos y otros rodados. • Pinturas para aplicar con los dedos. • Crayones (lápices de colores de cera). • Arcilla para modelar que no sea tóxica. • Juguetes musicales. • Cajas de arena, toboganes, columpios (hamacas) y otros equipos de la plaza de juegos.
La única manera de proteger la sonrisa de nuestros chicos viene de la mano de la intervención temprana y la prevención.
En nuestro país existe un alto porcentaje de chicos con enfermedades bucales, en especial, caries: el 10 % de los niños de 2 años las presentan en sus dientes temporarios, y esta cifra llega a un 70% cuando tienen 5 años.
Por eso, la palabra "prevención" adquiere un significado muy importante. Una forma de cuidar la salud dental de toda la familia es sugerir la vista al odontólogo durante el embarazo. La doctora Melania González y Rivas, presidente de la Red Odontológica Comunitaria Argentina (ROCA), indica que durante la gestación, es aconsejable visitar al dentista una vez en cada trimestre (a no ser, claro está, que el profesional sugiera visitas más seguidas). "En el primer trimestre -afirma -, se trabaja en educación para la salud, dado que es un momento muy especial en que existe una alta receptividad hacia todas las recomendaciones. En el segundo y tercer trimestre, se enseña a la futura mamá las correctas prácticas bucales que debe tener con ella y con su bebé".
"Si los padres están motivados, los hijos lo estarán", afirma Gómez y Rivas, y en ese sentido asegura que padres con buenos hábitos en cuanto a la salud dental generarán respuestas similares de parte de sus chicos. "Por eso es que insistimos con que las visitas al consultorio del odontólogo se inicien en la más temprana infancia, desde que el niño o la niña son bebés", afirma.
La doctora Cristina Escala, odontóloga especialista en niños y ortodoncista, coincide. "El bebé debe tener menos de un año en su primera visita, puede ser cuando le salga el primer dientito. Con el nene no haremos nada, en realidad. Lo que hacemos es conversar con los adultos e ir enseñándoles algunas rutinas imprescindibles". Hasta el año y medio, continúa González y Rivas, "la actividad principal pasa por los padres y no es imprescindible que los chiquitos sean muy activos, aunque lógicamente él o ella irán incorporando todos los hábitos que vayan conociendo.
Por ejemplo, desde que sale el primer diente temporario, que ocurre entre los seis y los nueve meses habitualmente, habrá que higienizar esas piezas dentales con el dedo envuelto en una gasa estéril, en un dedal especialmente diseñado o bien limpiarlo con un cepillo muy suave, sin dentífrico de ningún tipo".
Chupete y leche materna La doctora González y Rivas no es una gran entusiasta de los chupetes, y recomienda no extender su utilización más allá del año de edad. "Sino existe el riesgo de deformación en los maxilares", indica. Y recuerda que si usan chupete no hay que "untáreselo" en ninguna sustancia azucarada, y mucho menos miel, que está contraindicada en niños menores de un año.
Su colega, la doctora Escala, no es tan terminante, aunque tampoco extiende el período de gracia del chupete mucho más allá. "Antes de los dos años hay que intentar sacárselo, se vincula con un proceso normal de crecimiento y desarrollo -explica-. Si se quita el chupete antes de ese momento se estará a tiempo de evitar cualquier deformación, aunque luego en la gran mayoría de los casos pueden ser corregidas con ortodoncia.
El problema puede venir si el chico realiza una succión muy fuerte, que comprometa inclusive el hueso. De una forma u otra, no puede postergarse el uso del chupete, y hay que buscar modos no traumáticos de sacarlo. Depende de cada chico, puede ser en etapas o de un momento al otro, en algunas familias se organizan despedidas, hay que ver de qué manera se vive en cada casa."
Lo que sí advierte con firmeza la doctora Escala es que no puede -jamás- levantarse el chupete del piso y, ante la imposibilidad de lavarlo bajo el agua, que la mamá o el papá se lo metan en la boca para dárselo luego al bebé. "Ellos nacen con la boca limpia. Si lo chupeteo, le paso mis bacterias al bebé. La placa bacteriana es contagiosa. No nos contagiamos entre nosotros, los adultos, pero sí podemos hacerlo con nuestros hijos". "La leche materna le da inmunidad al organismo infantil -afirma la doctora Cristina Escala-. Y no afecta los dientes, aunque sea dulce. Pero hay un momento en que el bebé debe dejar de mamar. Esto tiene que ver con el crecimiento y el desarrollo. En mi opinión, es ideal que esto ocurra antes del año de edad, y pasar a la leche en mamadera o al jarrito con bombillita".
El primer cepillado Una vez que hay varias piezas dentales, llega el momento de utilizar el cepillo de dientes. La doctora Escala aconseja que se transforme en algo así como una "ceremonia" convocante para toda la familia. "Lo ideal es que los papás, sino lo saben hacer, vengan al consultorio y aprendan a cepillarse primero y que después puedan enseñar a los hijos. El cepillado es como un juego, algo familiar, no hay que forzarlos ni meterles de prepo el cepillo en la boca."
Desde el año y medio hasta el ingreso en la escuela primaria, la doctora González y Rivas aconseja observar con especial atención el vínculo entre el niño y el hábito de succión.
Es bueno recordar que desde que comienza el proceso de caries hasta que llega al centro del diente pasan de dos a cuatro años, lo que significa que en el cuidado de la salud bucal es mucho el tiempo que existe para actuar, por lo que no se justifica la pérdida de piezas dentarias por falta de los cuidados adecuados.
En algunas zonas y en ciertos casos, puede ser conveniente realizar alguna complementación con flúor, que protege el esmalte de los dientes de distintos agresores (ácidos y bacterias). "Antes se indicaban gotitas de flúor -explica la doctora Escala-. Hoy en día se hacen topicaciones, con selladores, pastas dentales y barnices, siempre con flúor. Cuando nace el primer molar permanente, a los 6 años, se le coloca selladores de puntos y fisuras, porque esos molares nacen con surcos muy profundos y mucha predisposición a caries. Todo es preventivo. Sin embargo, nada reemplaza al buen cepillado cotidiano. Esa es la clave".
La doctora Cristina Escala afirma que no existe una predisposición genética a tener caries. "Siempre que hay un chico o un grande con muchas caries -asegura-, se trata de alguien que ingiere muchos dulces y ácidos y no lleva una buena limpieza dental. Contienen azúcares los yogures, las barritas de cereal, la leche, y aun los alimentos dietéticos como las gaseosas light, por ejemplo, producen un efecto ácido sobre el diente y favorecen la aparición de caries. El correcto cepillado lo disminuye".
¿Cuándo se decide si hace falta ortodoncia? "En general, si vemos que el chico antes de los 6 años muerde muy mal ya vamos sugiriendo el tema. Las mordidas más complicadas son las que ocurren con desviaciones laterales, en que están comprometidos tanto el diente como el hueso y la idea es poder corregir ese hueso lo antes posible para evitar que siga desarrollándose con la desviación.