Muchos bebés tienen períodos de excitabilidad y parecen inconsolables, particularmente entre las seis de la tarde y medianoche.
Esta situación llega a su punto culminante, extendiéndose durante unas tres horas diarias, cuando el bebé tiene seis semanas de vida, y va disminuyendo hasta abarcar una a dos horas diarias cuando el bebé llega a los tres meses. Si en lugar de interrumpirse se intensifica y persiste día y noche, es probable que tenga cólicos. Tal vez grite con fuerza, repliegue las rodillas y apriete fuertemente los puños.Hay muchas teorías sobre las causas de los cólicos.
Algunos piensan que son más comunes en los hijos de madres que siempre están tensas; otros creen que la angustia o ansiedad materna es un factor de exacerbación pero no la causa de los cólicos.
Una teoría interesante sostiene que el bebé puede tener una reacción de abstención frente al hecho de que el alto nivel de progesterona materna disminuye abruptamente alrededor de esta época, y dicha abstención genera dolorosos espasmos intestinales. Otra teoría afirma que la mayoría de los recién nacidos poseen un mecanismo innato de bloqueo que los protege de los estímulos externos, pero que ese bloqueo desaparece en general cuando se aproximan al primer mes de vida, fecha que coincide con el comienzo habitual de los cólicos. Carente de ese mecanismo, el bebé se vuelve de pronto muy alerta a su entorno y todo lo sobrestimula y lo avasalla. Esto puede indicar que el bebé tiene una sensibilidad inusual ante la estimulación.
En otros tiempos se pensaba que el cólico era producido fundamentalmente por la sensibilidad a una proteína de las fórmulas lácteas o a algún alimento ingerido por la madre en los bebés amamantados, pero hoy se sabe que rara vez las causas son éstas.
Si su bebé tiene cólicos, conviene consultar al pediatra para asegurarse de que no exista otra razón médica de su llanto. Una vez descartada esta posibilidad, paséelo en su carrito o balancéelo en el columpio para apaciguarlo; ubique cerca de él algún aparato que produzca un ruido uniforme y rítmico, como la aspiradora o el secador de la ropa; llévelo a dar un paseo en el auto o déle un baño caliente. Todo esto puede contribuir a que se duerma.
También puede mecerlo envuelto en una manta o acostarlo en su regazo con la pancita para abajo y palmearle o frotarle suavemente la espalda. Si todo esto falla, consulte a su médico sobre la posibilidad de suprimir ciertos alimentos de su dieta si el bebé amamanta, o de cambiarle la fórmula si toma biberón. En caso de que la mamá sienta que comienza a ponerse tensa o ansiosa, conviene que delegue en alguien el cuidado del bebé y se ausente de la casa por un par de horas. ¡Les hará bien a ambos!
El tabú que impedía sacar al bebé de la casa durante las dos primeras semanas ya es cosa del pasado, aunque algunas madres, suegras y otros parientes y amigos de la familia continúan perpetuándolo. Si el encierro la vuelve a la madre claustrofóbica, ir de compras o simplemente salir a tomar un poco de aire fresco con el bebé les hará bien a los dos.
Para ello, vístase al bebé de una manera acorde al clima imperante y procúrese que no esté en contacto con grupos numerosos o con personas que sufran alguna enfermedad contagiosa -muchos médicos recomiendan que si un bebé de dos meses o menos tiene fiebre se le haga una punción lumbar a fin de descartar que haya contraído meningitis-.
La dermatitis seborreica, llamada a veces "la gorra de la cuna", se presenta como una erupción escamosa en el cuero cabelludo del bebé. Suele desaparecer en unos pocos meses, pero puede controlársela bien lavándole el cabello en forma regular y cepillándolo con ciertos champúes especiales que el pediatra aconsejará.
A partir del primer mes, a muchos bebés les sale un acné leve a raíz de que aún circulan por su organismo las hormonas maternas y los poros de su piel todavía no están del todo desarrollados.
Normalmente desaparece en pocos meses, y puede remitir si se lava la piel dos o tres veces por día y se la palmea una vez que está seca. En caso de que la afección sea muy severa, el médico prescribirá un gel suave de peróxido de benzoílo o bien la aplicación de antibióticos locales. No hay que apretar, raspar ni pellizcar las manchas. Esta afección no tiene por qué dejar cicatrices permanentes.
La vacuna contra la tos convulsa (coqueluche) es una de las tres que componen la DTP. En los últimos tiempos ha habido al respecto grandes controversias. Aunque a una enorme mayoría de niños sólo les produce un poco de fiebre y excitabilidad, en algunos raros casos se ha informado que produjo una lesión cerebral y aun la muerte.
En la actualidad, algunos piensan que esto no es tan común como se creía en el pasado, pero debido al estado de alarma que cundió en la población, en ciertos países disminuyó la vacunación DTP, con el consecuente aumento en los casos de tos convulsa.
El riesgo de infección es de uno en mil. Por lo tanto, se somete al niño a un mayor riesgo si no se lo vacuna que si se lo hace. Afortunadamente, se están realizando investigaciones para crear una nueva vacuna anticoqueluche que tenga menos riesgos que la actual.
Si el niño presenta una reacción grave ante la primera vacuna DTP, como una reacción alérgica, fiebre de más de 38,5º C, piel fláccida o pálida, convulsiones o llanto continuo y prolongado (en especial si es muy agudo o inusual), quizás el pediatra prefiera no darle las dosis subsiguientes de esta vacuna en particular.
A continuación enunciaremos algunas normas primordiales de seguridad para el bebé que deben ser religiosamente respetadas por la madre o cualquier otra persona que lo atienda (la lista no incluye en absoluto todas las posibles medidas de seguridad que pueden adoptarse):
1) Si se lo saca a pasear en auto, debe llevárselo siempre en el asiento especial aprobado por las autoridades. A esta edad, el bebé debe sentarse mirando hacia atrás. 2) Nunca debe dejárselo solo mientras está tomando su baño. Asegurarse de que esté bien sujeto y de que la temperatura del agua sea inferior a los 45º C para evitar que se queme por accidente. 3) Nunca debe dejárselo solo en el cambiador o en cualquier superficie que se halle a cierta distancia del suelo. 4) Asegurarse de que no haya a su alrededor bolsas o pequeños objetos de plástico que podrían ahogarlo si se los llevara a la boca. 5) Instalar en lugares apropiados de la casa detectores de humo. No permitir que nadie fume cerca del bebé y vestirlo siempre con ropas tratadas con productos antiinflamables. 6) No colocarle nunca lazos o cadenitas en torno del cuello. Tampoco usar cuerdas o sogas para que pueda alzar juguetes hasta su cuna o acercarlos hasta él, con las que podría estrangularse. Esto incluye las largas cintas que suelen atarse al extremo de su chupete. 7) En ningún momento ni lugar debe dejar de observarse lo que hace el niño. 8) Nunca debe agitárselo con fuerza, y hay que controlar que siempre tenga la cabeza bien sostenida. 9) No sostener al niño en brazos mientras se fuma, se cocina o se bebe algún líquido caliente. 10) Nunca debe calentarse su leche en un horno de microondas, pues con mucha frecuencia la leche alcanza una temperatura muy superior a la que uno imagina.
Además, esta forma de calentamiento es despareja e irregular y no permite saber a ciencia cierta cuál es la temperatura real del líquido.
Para una lista más detallada de medidas de precaución, remitimos a la sección de "Referencias" de este programa.
Conocido habitualmente como "la muerte en la cuna", el síndrome de la muerte súbita (Sudden Infant Death Syndrome, SIDS) implica que el bebé, por lo general de dos a tres meses de edad, deja de respirar. Suele ocurrir en la casa, cuando el niño está en su cuna, y con mayor frecuencia entre la medianoche y las ocho de la mañana y cuando hace frío.
Afecta sólo a dos niños de cada mil y en Estados Unidos es más frecuente entre los afro-norteamericanos y los aborígenes norteamericanos que entre los caucasianos y orientales. Los que corren mayor riesgo son los bebés que sufrieron anteriormente algún episodio inexplicable de cese de la respiración en el que estuvo en peligro su vida, y necesitaron reanimación.
Parece ser más corriente entre los niños que nacen con poco peso y/o prematuros, entre los que son producto de gestaciones múltiples y entre aquellos cuya madre fumó durante el embarazo o no recibió los cuidados prenatales adecuados. Estudios recientes indican que el riesgo se reduce si el bebé yace de espaldas o de costado en la cuna. De hecho, se dice que las campañas de concientización pública sobre este problema llevadas a cabo en Gran Bretaña han logrado disminuir en un 50% la tasa del SIDS en ese país.
Si se piensa que el bebé corre riesgo de sufrir este problema, conviene comentárselo al médico. Hay muchas opciones en materia de prevención y detección. De todos modos, hay que relajarse y no permitir que esta preocupación ocupe la mente e impregne todas las actividades diarias.
Si bien la profesión de madre incluye como parte inherente el hecho de preocuparse por el hijo, en aras de su salud mental es mejor que esas preocupaciones sean bien fundadas y se basen en un buen conocimiento del tema, en lugar de ser temores infundados o desgastadoras inquietudes.
Al tercer mes es probable que la madre deba volver a su trabajo, y tendrá que dejar al bebé al cuidado de alguien en quien ella confíe. Lo ideal para la primera oportunidad es que sea un familiar o amigo a quien el bebé conozca, y que a partir de entonces se contrate a una niñera muy recomendada por alguien de confianza.
La madre deberá entrevistar a las candidatas al puesto con el bebé presente, de modo de observar la interacción entre la futura niñera y aquél. Es preferible contar con una niñera que sepa manejarse en situaciones de emergencia, por ejemplo si el niño se ahoga, si es preciso practicarle respiración artificial, etc.
Una vez que la madre esté satisfecha con la persona y sienta que puede establecer una buena comunicación con ella, podrá aprovechar la información que brindamos en este programa entregándole alguna lista con instrucciones, números telefónicos para llamadas de urgencia y una autorización para llevar al niño al médico en caso de ser necesario.
Si el bebé se alimenta a biberón, al llegar al segundo mes estará consumiendo entre 110 y 140 g por comida, y en el cuarto mes entre 140 y 170 g, hasta totalizar unos 850 g diarios. Ya sea que tome pecho o biberón, durante gran parte de este período tendrá que ganar peso constantemente a un ritmo de entre 250 y 500 g por semana.
Si se lo amamanta, la forma correcta de evaluar si recibe el alimento adecuado es regirse por su aumento de peso, no por la duración o frecuencia de su amamantamiento. Con raras excepciones, ya sea el pecho o el biberón por sí solos cubrirán todas las necesidades nutricionales del niño. En la actualidad, la Academia Norteamericana de Pediatría aconseja que se amamante al niño hasta que cumpla un año.
Pasarán varios meses antes de que esté en condiciones de comer alimentos sólidos, y dárselos sin consultar al médico puede provocarle ciertos problemas, como alergias a determinados alimentos. Además, los sólidos mermarán su apetito e impedirán que extraiga los elementos nutritivos suficientes de la leche de madre o de la fórmula láctea.
Los estirones del crecimiento pueden producirse en cualquier momento del desarrollo del bebé, pero son más corrientes a las tres semanas, seis semanas y tres meses. Si el bebé se encuentra en uno de esos períodos, se lo notará quizá más irritable que de costumbre y con más ganas de comer.
A veces parecería que no quiere desprenderse del pecho o de la mamadera. Si se le da el pecho, no se lo suplemente con el biberón porque puede provocarse el efecto contrario al deseado: la lactancia estimula la producción de leche en la madre, y cuando se la reemplaza con la fórmula el resultado es una disminución de la leche materna.
La mayoría de los bebés de origen caucásico tienen al nacer ojos de color azul oscuro o azul grisáceo. Este color implica ausencia de pigmento, y si el niño va a tener en el futuro ojos azules, no se depositará en el iris una cantidad significativa de pigmento (melatonina).
En cambio, en los niños con ojos verdes, castaños o marrones, tendrá lugar en los próximos meses una acumulación de pigmento hasta que el color se estabilice, lo cual suele suceder entre el tercero y el sexto mes.
En ese período ya se sabrá de qué color serán sus ojos en el futuro, aunque el matiz definitivo no es seguro hasta que concluye el proceso de pigmentación, normalmente alrededor del año de edad. Los niños de origen afro-norteamericano y oriental suelen tener desde que nacen ojos marrón oscuro, el mismo color que tienen de adultos.
Impactos en la dinámica familiar y beneficios La incorporación de las mujeres-madres al mercado laboral produjo un cambio vital en la significación social de la maternidad y en los patrones que la rigen. El rol de la mujer dedicada al exclusivo cuidado de los hijos y la casa dejó de tener vigencia, ya que el trabajo cobró una dimensión fundamental en su vida.
Estos hechos generalmente influyen en la estructura familiar mediante el retraso de la edad en que una mujer decide tener su primer hijo y en la reducción de la tasa de fecundidad. Pero también inciden sobre la dinámica familiar: los hogares tienen en su mayoría doble aporte económico,y por otro lado también se han incrementado los hogares a cargo de las mujeres y el cuidado de los hijos son compartidos.
Actualmente los niños no quedan exclusivamente a cargo de sus padres sino que se incorpora en esta tarea a otros miembros de la familia o personas e instituciones que no pertenecen a este contexto inmediato.
Datos importantes: La participación de las madres en el mercado laboral aumentó de manera exponencial. En el período 1984-1987 el 37,7% de las madres participaba activamente en el mercado laboral. Mientras que recientemente, entre 2003 y 2006, el 62,8% de las madres lo hace.
El empleo maternal como beneficio social "El trabajo de las mujeres debería ser considerado como un beneficio social, y como un hecho crucial para el bienestar familiar"
Un abordaje poco habitual que se realiza sobre el trabajo materno se refiere a las satisfacciones que aporta el trabajo durante la maternidad. Además de contribuir a superar condiciones económicas del hogar y mejorar la calidad de vida de los miembros de la familia, en términos generales ha brindado a la mujer mayor independencia y equidad en la toma de decisiones hacia el interior del hogar.
Importantes estudios sociales han demostrado que la complejidad ocupacional del trabajo de las madres crea un entorno positivo en el hogar, que provee estimulación cognitiva, apoyo emocional y seguridad dentro del ámbito familiar. El trabajo de las mujeres es un motor de cambio potencial en las condiciones de igualdad dentro de la estructura familiar y ha contribuido en la distribución de las decisiones conyugales.
Cuestión de género Cuando las mujeres asumen el trabajo como parte de un proyecto de realización personal, y la experiencia es vivida satisfactoriamente, las relaciones de género tienden a ser igualitarias. En cambio, cuando el trabajo es considerado una actividad secundaria o las mujeres no participan de la actividad económica de forma activa, las relaciones de pareja pueden caracterizarse por una mayor asimetría.
Fuentes: Esping-Andersen (2004: 45), (Geldstein, 1994), UNICEF. Observatorio de Maternidad de la República Argentina.