Si el bebé nació por parto natural, tal vez no tenga la cabeza deformada, la nariz aplastada y manchas en torno de los ojos. Quizá carezca casi por completo de pelo o, por el contrario, tenga la cabeza muy poblada de un pelo grueso que permanece erguido o chato, o que se abre en todas direcciones. La piel puede ser de color rosado suave con ocasionales tintes o manchas azules, y es probable que aún tenga remanentes del "lanugo" semejante a un plumón de pelo revuelto -sobre todo si el bebé es prematuro-.
Dado que el bebé se encuentra aún bajo los efectos de las hormonas femeninas de la madre, sus genitales estarán hinchados y sus pechos, levemente agrandados y hasta pueden presentar una leve descarga lechosa. Quizá tenga las orejas aplanadas contra la cabeza o inclinadas en dirección a las mejillas, y las piernas pueden permanecer un tiempo curvadas a raíz del escaso espacio en que estuvo apretujado durante los últimos meses del embarazo.
La piel de muchos bebés perfectamente normales tiene un tinte amarillento en los primeros días posteriores al nacimiento. Se trata de una situación normal, conocida como "ictericia fisiológica", que es causada por el exceso de glóbulos rojos en el aparato circulatorio, los que se descomponen y dan origen a una sustancia denominada "bilirrubina".
Por lo general, el hígado del bebé no es lo bastante maduro aún como para eliminarla rápida y eficientemente. El amamantamiento frecuente suele ser una forma natural de reducir la presencia de dicha sustancia en el organismo. Si bien casi siempre va eliminándose por sí sola, en especial si la madre amamanta a la criatura, de vez en cuando la bilirrubina puede llegar a niveles muy altos y poner en peligro al sistema nervioso. En tal caso, tal vez se inicie una fototerapia (se coloca al bebé bajo la acción de unos focos de tipo fluorescente) para descomponer la bilirrubina hasta tanto el hígado madure.
A esta altura es probable que la madre ya tenga decidido si amamantará a su bebé o lo alimentará con biberón (mamadera). En cualquiera de los dos casos, la alimentación del bebé le brindará una maravillosa oportunidad para conocerlo mejor y estrechar el vínculo con él.
Si va a amamantarlo, conviene que antes de hacerlo por primera vez o durante esta ocasión cuente con la ayuda de un especialista en lactancia que la oriente y le brinde la confianza que necesita para llevar a cabo esa tarea en los próximos meses. Si no tiene acceso a un especialista en lactancia, puede dirigirse a la filial más próxima de la Liga La Leche (cuya dirección y número de teléfono se encontrarán en la sección de "Recursos" de este programa). Allí se le ofrecerá toda la información y apoyo que necesita.
Tres o cuatro días después del nacimiento los pechos de la madre rebosarán de leche. Por momentos esto puede resultarle incómodo, pero la incomodidad disminuye si se alimenta al bebé cuando éste tiene hambre, de modo tal que los pechos se vacíen cada dos a cuatro horas, o incluso con mayor frecuencia. Si el bebé tiene dificultades para aferrarse a un pecho demasiado abultado, tal vez la madre deba eliminar manualmente una parte de la leche antes de darle el pecho.
Si se lo va a alimentar con biberón, debe consultarse al médico para que aconseje cuál es la fórmula láctea o técnica de preparación más conveniente. Cabe prever que la criatura tomará de 50 a 80 g de leche en polvo en cada ocasión.
El mejor "programa de alimentación" para el bebé consiste en alimentarlo cada vez que manifiesta tener hambre, lo cual ocurre por lo común cada dos o tres horas para el bebé que toma el pecho, y cada tres o cuatro horas para el que toma el biberón, aunque esta frecuencia puede ser mayor.
Puede estimarse que el bebé recibe alimento suficiente si moja de seis a ocho pañales diarios. Si usted nota que tiene el pañal mojado o sucio, cámbielo antes de alimentarlo, para que esta experiencia le resulte más placentera y para que se despierte por completo en caso de que estuviera aún muy adormilado.
Lamentablemente, no es raro que el bebé tenga otro movimiento de vientre luego de dársele de comer, con lo cual habrá que cambiarle nuevamente los pañales antes de ponerlo a dormir.
¿Qué hacer para minimizar las molestias del bebé? De tanto en tanto el bebé tragará aire y se pondrá molesto, echándose a llorar. Esto sucede en particular con los que toman biberón. Puede minimizarse la dificultad o evitarla por completo si se lo hace eructar cuando ya ha tomado de 50 a 75 g de fórmula o cuando se lo cambia de pecho.
Hay muchas posibles posiciones para hacerlo eructar, pero las tres que gozan de mayor popularidad son las siguientes:
1) Coloque la cabeza del bebé sobre su hombro, y sostenga cabeza y espalda con una mano mientras con la otra le da leves palmaditas en la espalda. Esta posición es ideal si el que hace eructar al bebé es un hombre adulto, pues entonces sus hombros ejercen presión sobre el abdomen del bebé; los pechos de la mujer se interponen y hacen que esta posición no sea tan indicada para ella.
2) Coloque al bebé sobre el regazo con la espalda hacia arriba y, sosteniendo las piernas del bebé entre las suyas, hágalo rotar por sobre una rodilla, al mismo tiempo que le da suaves palmadas o lo frota en la espalda.
3) Siente al bebé en su regazo sosteniendo su pecho y cabeza con una mano al par que con la otra le da unas palmadas o lo frota en la espalda. Si el bebé no eructa luego de algunos minutos, siga alimentándolo: tal vez no necesite eructar en todas esas oportunidades.
Algunos bebés regurgitan más que otros, pero la mayoría deja de hacerlo para la época en que ya han aprendido a sentarse. Este molesto hábito puede reducirse a su mínima expresión si se lo alimenta antes de que esté desesperado por comer, no se lo agita demasiado luego de que lo haga, se mantiene el ambiente sereno y libre de distracciones cuando está comiendo, se lo hace eructar cada tres a cinco minutos, y se lo mantiene erguido un rato después de cada comida.
Si se lo alimenta a biberón, no conviene hacerlo cuando está acostado; además, debe verificarse que la tetina no tenga un agujero demasiado grande. Si el bebé vomita permanentemente con fuerza inusual o proyecta lo que ha ingerido, hay que avisarle al médico lo antes posible.
Las primeras heces del bebé serán viscosas y de un extraño color verde-negruzco. A estas primeras heces se las llama "meconio"; sólo aparecen durante las primeras 24 horas, tras lo cual se vuelven más líquidas y de un color verde oscuro-amarillento: son las llamadas "heces de transición", que desaparecen a los tres o cuatro días.
Después las heces seguirán siendo poco espesas pero su color cambiará a un amarillo dorado en el bebé que toma el pecho, y a un amarillo claro que pasa a marrón amarillento, marrón suave o marrón verduzco en el que toma biberón; en este último caso, además, las heces son más consistentes.
El llanto es una de las cosas con las que debe contarse cuando se tiene un bebé. Al poco tiempo ya se aprende a discernir cuál es la necesidad del bebé según su tipo de llanto, pese a lo cual de vez en cuando parece "llorar sin motivo alguno".
Entre las causas del llanto del bebé cabe mencionar el hambre, la necesidad de succionar, el dolor o malestar, el hecho de tener los pañales mojados, el temor, una posición incómoda, la sobrestimulación, la falta de contacto corporal, la fatiga y el aburrimiento.
En ocasiones, los bebés lloran simplemente para descargar un exceso de tensión. Si ya se lo ha alimentado, se le han cambiado los pañales y se lo ha reconfortado, pero todavía continúa llorando, pueden intentarse las siguientes técnicas de consuelo:
1) Envolverlo en una manta. 2) Acunarlo. 3) Dar con él una vuelta en auto. 4) Darle palmaditas en la espalda o la cabeza. 5) Cantarle (¡si quien lo hace tiene una voz apropiada!), hablarle en voz baja o hacerle oír una música suave. 6) Pasearlo en su cochecito. 7) Darle un baño de agua caliente, sobre todo si la mamá o papá se baña junto con él y lo alimenta. 8) Llevarlo en brazos o en un cabestrillo delantero.
Si falla todo esto, puede probarse de dejarlo solo durante unos cinco minutos para ver si se duerme, porque quizás esté sobre estimulado y necesite hacer una pausa en su actividad. Si también esto falla, hay que llamar al médico, ya que podría suceder que estuviera enfermo.
Por mucho que la mamá o el papá amen a su bebé, si su llanto se torna incesante se frustrarán al punto de perder el control en algún momento, teniendo entonces un ataque de furia o de pánico. En tales circunstancias, conviene que un familiar o amigo/a se haga cargo de la criatura por un rato y que la mamá o el papá dejen el cuarto.
Nadie logra calmar a un bebé en todas las ocasiones en que éste llora, lo cual no significa que la mamá o el papá estén haciendo mal las cosas, sino sólo que el bebé se está amoldando a ese extraño mundo externo al útero en el que ha irrumpido.
Al principio, que el recién nacido se duerma o permanezca despierto dependerá en gran medida... ¡de que tenga el estómago lleno! Puede contribuirse a que se establezca una buena pauta de sueño diurno y nocturno de la siguiente manera:
1) De noche, alimentarlo en la forma más suave y serena que sea posible. 2) Cambiarle los pañales en la oscuridad, con rapidez y con la menor estimulación posible. 3) No jugar con él después de alimentarlo o cambiarlo durante la noche; hay que volver a ponerlo directamente en la cuna. 4) Si acostumbra dormir tres o cuatro horas seguidas cuando se acerca la noche, conviene despertarlo y jugar con él a fin de que guarde una parte de su sueño para la noche.
En nuestros días los padres tienen varias opciones en materia de pañales. Los descartables son convenientes, en especial si la familia viaja, pero son caros y no constituyen una buena solución desde el punto de vista ecológico; además, suelen provocar pérdidas alrededor de las piernas y así generan sarpullido.
Los pañales de tela son más baratos, mejores para la piel del bebé y más razonables ecológicamente, pero quizá resulten más molestos para manejarlos. Si se contrata un servicio de pañales o pañalera, gran parte de estos inconvenientes se superan. Los pañales de tela bien envueltos alrededor del bebé se ajustan mejor a su cuerpo, y hoy existen formas de asegurarlos que han tornado obsoleto el uso de ganchos sujetapañales.
Antes de cambiarle los pañales hay que asegurarse de tener a mano todo lo que se ha de necesitar. Nunca debe dejarse al bebé solo en el cambiador, por más que sea por un breve instante. Se precisará un pañal limpio, ungüento para el sarpullido provocado por los pañales, talco para bebés si hace calor, pompones de algodón y una tela suave (pueden ser retazos de un pañal de tela o de una toallita) y una pequeña palangana con agua tibia.
Las "paños para bebés" pueden ser convenientes, pero muchos bebés desarrollan sarpullido con ellos, y no debe utilizárselos si la criatura tiene menos de un mes.
Sacarle el pañal sucio, embeber los pompones de algodón de agua tibia y remover con ellos las heces que se juntaron en toda la zona cubierta por el pañal. Si se trata de una niña, no debe dejar de limpiársele la región vaginal y anal. Después se usará un trozo de tela mojada en agua tibia o bien los retazos de pañales de tela para limpiarlo.
Si se vive en un país de clima cálido o si el bebé presenta un sarpullido húmedo, debe espolvorearse toda la zona con maicena o talco para bebés, procurando no hacerlo en el rostro para que no lo inhale en sus pulmones. A continuación se le colocará el pañal limpio.
Si es descartable, el procedimiento es sencillo y sobran las explicaciones, pero si se trata de pañales de tela sería aconsejable hacerse asesorar por las enfermeras de la nurserí antes de dejar el establecimiento en que se produjo el parto, o bien por un amigo o familiar experimentado. Si el lavado de los pañales de tela presenta dificultades, esto no debe ser motivo de preocupación ya que la mayoría de los servicios de pañales a domicilio lo hacen por uno.
El sarpullido La mayoría de los bebés desarrollan en algún momento un sarpullido provocado por los pañales. Esto puede deberse a los productos químicos que se emplean en las "paños para bebés" que se venden en los comercios, o porque la criatura pasó mucho tiempo con el pañal mojado o sucio.
Las infecciones generadas por hongos pueden también causar un sarpullido, sobre todo en los bebés que toman antibióticos; una característica de este tipo de sarpullido es que por lo común no afecta a las nalgas. Para impedir el sarpullido debe cambiarse los pañales con frecuencia, en especial si el bebé mueve a menudo los intestinos o tiene diarrea.
También es bueno dejar su colita al aire toda vez que sea posible. Si el sarpullido ya se ha producido, debe limpiarse suavemente la zona con agua tibia con cada cambio de pañales y evitar usar los paños para bebés, secándolo después con el mayor cuidado.
La zona puede secarse con un secador mecánico manual a velocidad mínima, siempre y cuando se proceda con precaución: hay que recorrer con él toda la zona varias veces manteniéndolo a cierta distancia de la piel para evitar quemaduras, y no aumentar la velocidad. Una vez que la zona esté limpia y seca, se la puede rociar con el ungüento para sarpullido. Si no se aprecia ninguna mejoría en 48 o 72 horas, será menester consultar al pediatra.
El cordón umbilical Hasta que la zona umbilical esté totalmente curada, debe limpiársela con un pompón de algodón embebido en alcohol cada vez que se lo cambia, y mantener el pañal por debajo del ombligo a fin de que éste permanezca bien seco y aireado. Es normal que el cordón segregue alguna sustancia o sangre, o que despida mal olor, pero si la piel circundante se hincha y se pone roja debe informársele al médico.
Cuidados relativos a la circuncisión Cada vez que se cambien los pañales deberá aplicarse vaselina sobre la línea que marca el lugar del corte, hasta que la zona esté perfectamente curada. Es muy infrecuente que la circuncisión traiga complicaciones y no vale la pena extenderse en los cuidados diarios adicionales.
Cuidado de la piel y de las uñas La piel del recién nacido es muy sensible a muchas cosas. Cuando se lave su ropa debe usarse detergentes especiales, porque los indicados para los adultos contienen productos químicos que pueden provocar irritaciones o sarpullido.
También hay que evitar las lociones que no sean especialmente preparadas para bebés. Si se piensa que el bebé tiene la piel demasiado seca tal vez convenga limitar la frecuencia de los baños o tratar de aplicar, inmediatamente después del baño, una pequeña cantidad de aceite para bebés sobre la piel todavía húmeda, antes de que ésta se seque.
Las uñas del bebé tienen que mantenerse cortas y lisas para que no se rasguñe; a tal fin es conveniente usar un par de tijeritas especiales. Al principio habrá que cortarle las uñas de las manos un par de veces por semana, pues en este período crecen muy rápido.
El mejor momento para ello es cuando el bebé está quieto y tranquilo; nunca debe hacérselo cuando está molesto o nervioso o si se mueve mucho. Las uñas de los pies no necesitan estar tan cortas, de modo que probablemente baste con cortárselas un par de veces por mes.
Cuidado de nariz y oídos Cualquier mucosidad o cera de los oídos que resulten visible puede removerse con un hisopo de algodón bien limpio, sin insertárselo en el canal auditivo ni en las fosas nasales. Los recién nacidos están obligados a respirar por la nariz, por lo cual si ésta se llena de moco se lo puede succionar suavemente con un aspirador nasal de goma.
El baño Hasta que el ombliguito esté totalmente curado, habrá que bañar al recién nacido sólo con la esponja. Antes hay que asegurarse de tener a mano todo lo que se ha de necesitar: un jabón suave de bebé, una palangana con agua tibia (no caliente), un trozo de tela y una toallita suave.
Primero se mojará el trozo de tela en el agua sin jabón para limpiar la cara; luego se la mojará con agua jabonosa para el resto del cuerpo. La zona cubierta por los pañales debe quedar para el final. Una vez finalizado el baño, de inmediato se cubrirá al bebé en una toalla bien seca, preferiblemente con capucha.
Cuando ya se ha desprendido el cordón umbilical y la zona esté curada, el bebé estará listo para su primer baño propiamente dicho. A tal fin se precisará un cubo o pequeña bañadera de plástico con unos cinco centímetros de agua templada.
La persona que vaya a bañar a la criatura probará la temperatura del agua con el dorso de la mano para verificar que no esté demasiado caliente. Se necesitarán los mismos elementos que para el baño de esponja, más un champú de bebé y una taza para enjuague. Desvestir al bebé rápidamente y colocarlo con suavidad en el agua sin dejar de sostenerle la cabeza.
Se empleará la taza para mojarle el pelo agregando una pequeña cantidad de champú, y luego para enjuagárselo hasta que no queden restos de éste. No debe echársele agua directamente en el rostro y en particular en los ojos, para lo cual hay que rodearle la frente con la mano abierta. A continuación se lavará con la tela humedecida en agua y jabón el resto del cuerpo, empezando por la cabeza y descendiendo hasta los pies.
Cuando ya esté limpio, se lo envolverá rápidamente en una toalla seca templada y se terminará de secarlo dándole pequeñas palmaditas en todo el cuerpo antes de ponerle los pañales y el resto de la ropa. Es bueno hablarle con voz suave durante el baño para que la nueva experiencia le resulte más fácil.
En general, no hay que bañar a los bebés más de dos o tres veces por semana, y con champú sólo dos veces. También en este caso hay que evitar dejarlo solo en la bañadera, aunque fuera por unos segundos, no importa que haya poca agua en ella o que se piense volver de inmediato.
Ese ser maravilloso que tanto esperaban ya está con ustedes Juntos comenzarán a transitar momentos increíbles. Paso a paso, encontrarán el mejor camino para disfrutar de la crianza del bebé, porque no existe una única manera de criar a un hijo ni nadie te dará la receta maestra para ejercer correctamente tu rol de padre.
Los puntos que siguen cuentan cómo serán los primeros días durante la internación, y son las mismas circunstancias por las que transitaron o transitarán todos los papás al nacer su bebé:
El bebé en el sanatorio El bebé será recibido en el momento de dar a luz por un médico neonatólogo quien le realizará un examen médico completo.
Si ya hubieran elegido pediatra para tu bebé, el profesional podrá presenciar el parto y controlar al pequeño durante la estadía en el sanatorio.
Si aún no tuvieran pediatra, el servicio de neonatología del sanatorio lo controlará diariamente y les informarán sobre su estado hasta el momento del alta. Podrán hacerle las consultas que necesiten.
El bebé en la habitación (Rooming-in) El bebé permanecerá en la habitación junto a sus papás durante la estadía sanatorial, de esta forma estarás en contacto con tu hijo desde sus primeros momentos de vida, favoreciendo el conocimiento mutuo y el inicio de la lactancia.
No obstante, no estarán sólos! recibirán toda la colaboración y el control de las enfermeras de la nursery.
El momento de amamantar Además, la mamá recibirá la visita de una puericultora, profesional que te brindará información y te ayudará con el inicio del amamantamiento; esta visita será realmente de mucha utilidad para vos y el bebé, aprovechala y sacate todas las dudas, sus consejos te servirán mucho para cuando ya estén en casa.
Es ideal que el bebé permanezca con los papás en la habitación, pero a veces puede suceder que estés demasiado cansada y necesités que el bebé pase un rato en la nursery, no te sientas mal si necesitás pedirlo, seguro estarás mucho más descansada y recuperada cuando vuelvan a traerlo.
Las visitas Cada pareja decide cuándo avisar de la llegada del bebé a sus familiares y amigos.
Recuerden que el exceso de ruido altera a la mamá y al bebé, por lo que es conveniente que no se reúnan muchas personas en la habitación. Transiten este momento lo más ordenado y armónicamente posible, respetando el descanso necesario.
No olviden que tanto los papás como las visitas deben lavarse las manos antes de tocar al bebé, ésto previene infecciones.
Su primera vacuna Tu bebé recibirá la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B durante su internación. La vacuna BCG no se administraen este momento, el pediatra te indicará cuándo hacerlo dentro de los primeros 30 días.
Exámenes de laboratorio Tu bebé, como todos, requiere de determinados controles que se efectuarán en el sanatorio mediante la extracción de pequeñas cantidades de sangre del talón.
Estos controles son fundamentales para descartar la presencia de seis enfermedades congénitas, que si bien son infrecuentes, su diagnóstico temprano permite un adecuado tratamiento.