En esta etapa ya comenzará a sentirse ansiosa con respecto al parto y querrá que ese momento llegue lo más rápido posible. Esto no es malo, la sensación de urgencia se debe a cambios metabólicos en el cerebro. Cada trimestre genera sutiles cambios en las futuras madres: cansancio en el primero; alegría y energía en el segundo, y por último, ansiedad en el tercero.
El tamaño del cuerpo de la madre aumenta considerablemente y es muy posible que sienta cansancio continuo. Ya no duerme tan bien como antes. Los ligamentos se estiran y se aflojan haciendo que caminar, aunque sea trechos cortos, sea cada vez más incómodo. Una vez que el bebé se encaje en la pelvis notará que esa falta de aliento va disminuyendo: el bebé ha dejado de ejercer presión sobre el diafragma.
Un problema que puede aparecer en este trimestre es la hipertensión. Los síntomas son: manos, muñecas, tobillos, pies y cara hinchados. La preeclampsia puede molestar al desarrollo de la placenta y hacer que ésta no llegue a su bebé el alimento de manera correcta. En estos casos el médico puede indicar una internación por prevención.
A medida que aumenta de peso los dolores de espalda también pueden aumentar y esto hará que Ud. se sienta permanentemente cansada. También tendrá problemas para dormir ya que no encontrará posición que le sea cómoda. No tome ningún remedio para dormir ya que el mismo pasará al bebé.
Durante el último mes trate de descansar mucho y tómese un tiempo para cada cosa. Es posible que la libido disminuya y busque en los masajes relax y placer. Continúe comiendo sano, verduras y frutas frescas y beber ocho vasos de líquido al día. Probablemente orine más seguido y se constipe.
En las visitas correspondientes al tercer trimestre, el médico llevará a cabo los siguientes exámenes, dependiendo de la condición médica de la madre y de la salud del feto: • El peso de la madre • La presión arterial de la madre • Examen de orina - para detectar la presencia de albúmina (una proteína), que puede ser una señal de preeclampsia o toxemia, y de azúcar (que puede ser una señal de hiperglucemia). • Posición, crecimiento y desarrollo del feto • La altura del fundus (la parte superior del útero) • Los latidos del corazón del feto
Una vez transcurridas cerca de 29 semanas de embarazo, es posible que el médico cambie la frecuencia de sus visitas prenatales: en lugar de asistir una vez al mes, deberá hacerlo cada dos semanas. Después de la semana 36, aproximadamente, puede ser que las visitas prenatales pasen a ser semanales. Este programa dependerá de la condición médica de la futura madre, el crecimiento y desarrollo del feto, y las preferencias del médico.
Hacia las últimas semanas de embarazo (desde la semana 38 aproximadamente), se realizará un examen de la pelvis para determinar la dilatación y el borramiento del cuello uterino. El médico le preguntará si ha experimentado contracciones de Braxton-Hicks, y hablará con usted acerca de los procedimientos del trabajo de parto y el alumbramiento.
Durante el tercer trimestre, a medida que se acerca la fecha de parto, algunas mujeres experimentan molestias que van en aumento. A medida que el feto crece y ocupa la cavidad abdominal, algunas futuras madres empiezan a tener dificultades para inhalar profundamente o para encontrar una posición cómoda para dormir durante la noche, mientras que otras no sienten molestia alguna mientras esperan con anhelo la llegada de su nuevo hijo o hija.
El tercer trimestre constituye la recta final del embarazo, cuando la futura madre se empieza a preparar para dar a luz a su bebé. El feto sigue aumentando de tamaño y peso, y sus sistemas corporales terminan de madurar. La madre puede sentir molestias, pues sigue aumentando de peso y empieza a tener falsas contracciones (llamadas contracciones de Braxton-Hicks).
Durante el tercer trimestre, es conveniente empezar a participar en un curso de preparación para el gran día, en especial en el caso de primeros embarazos. Si piensa amamantar al bebé, puede ser de ayuda tomar una clase de lactancia.
La siguiente es una lista de los cambios y síntomas que pueden experimentarse durante el tercer trimestre, que incluyen los siguientes: • Aumento de la temperatura de la piel, debido a que el feto irradia calor y hace que la madre sienta calor • Reaparece la mayor frecuencia urinaria debido al aumento de la presión ejercida sobre la vejiga • Posible crecimiento de vello en los brazos, piernas y cara de la madre debido al aumento de la estimulación hormonal de los folículos pilosos. También es posible que el pelo se sienta más áspero al tacto • Los calambres en las piernas pueden hacerse más frecuentes • Pueden aparecer estrías de la piel en el abdomen, senos, muslos y glúteos • El calostro (fluido de los senos que alimenta al bebé hasta que empieza a producirse leche materna) puede empezar a gotear de los pezones • La piel, en particular la del abdomen, seguirá seca, y con comezón, pues sigue creciendo y estirándose • Puede volverse más visible la pigmentación de la piel, en especial las manchas oscuras de la cara • Es posible que persista el estreñimiento, la acidez y la indigestión • Aumento de la secreción vaginal blanca (leucorrea), que puede contener mayor cantidad de mucosidad • Las hemorroides pueden aparecer e intensificarse • Las varices pueden aparecer y/o agravarse
Cuando una mujer se convierte en madre vive una de las experiencias más conmovedoras, tanto en su cuerpo como en sus emociones, y experimenta cambios bruscos que pueden generar sentimientos de alegría como de nostalgia y vacío.
"Tocarme la panza es extraño, no me reconozco" Durante el embarazo, la zona abdominal ocupa un lugar privilegiado del cuerpo, al albergar en su interior nada más y nada menos que a un hijo. Con el parto se produce bruscamente una transformación en el esquema corporal, y en ocasiones puede generar una indefinición a la hora de reconocer el propio cuerpo.
En realidad, tocarse la panza en ese período es también tocar al bebé y ponerse en contacto con lo que está pasando dentro del útero. Luego de los nueve meses, ese mismo acto representa la certeza de que el bebé ya no está allí y según cada mujer, puede generar la movilización de sentimientos desconocidos.
El gran impacto es percibir que lo que se siente en los intestinos, en el estómago o en toda la cavidad abdominal ya no es ese ser tan querido. Y el hecho de que los músculos abdominales se recuperen del gran estiramiento que experimentaron suele ser un proceso intermedio del que no se toma conciencia por completo.
Lo que sucede es que, inmediatamente después del parto, se produce una serie de contracciones –también se repiten durante la lactancia- que hacen que todos los órganos vuelvan progresivamente a su lugar, si bien el cuerpo de la mamá no será exactamente igual al de antes aunque no tenga sobrepeso.
Posparto acompañado Con respecto al contexto afectivo emocional, durante las últimas semanas del embarazo, las futuras mamás visitan más seguido a la partera, al obstetra; les hacen más ecografías y estudios; el entorno está pendiente de sus necesidades. Repentinamente luego de la revolución del nacimiento, muchas suelen sentir confusión, vacío o soledad.
Una vez que los maridos regresan al trabajo, las "madres recién nacidas" están plenamente dedicadas al cuidado del bebé y con pocas posibilidades de comunicarse o establecer contacto con otras personas. Habitualmente, suele pasar mucho tiempo hasta que logran reconectarse con lo cotidiano y pueden hacer una llamada telefónica.
Tal como indican los especialistas, es aconsejable que quienes acaban de dar a luz puedan compartir vivencias e inquietudes con otras mujeres, conversar sobre el parto para verlo desde una nueva perspectiva, resignificarlo, elaborarlo y desnudar las emociones que surgieron en él. También, otros aspectos tales como la vuelta al trabajo, la elección del pediatra y la dinámica familiar, necesitan ser reflexionados y contenidos.
Recuperación física y de los espacios propios Si bien es necesario esperar el alta médica, en el período del posparto es posible comenzar con una actividad física especializada y con ejercicios de respiración y relajación, teniendo en cuenta la cicatrización de la episiotomía si es que la hubo.
Paulatinamente, se recomienda trabajar primero en la reeducación del periné, luego entrenar los abdominales y por supuesto, las zonas sobreexigidas como los pectorales y los sostenes espinales.
Cualquier propuesta corporal debe buscar un justo equilibrio y tener en cuenta el estado de cansancio físico el que se encuentra la mamá. En general, aquellas que realizan alguna actividad durante el embarazo tienen mayor predisposición y ganas de ponerse en movimiento.
Durante el posparto es muy importante que la mujer construya un espacio propio donde poder ocuparse de sus necesidades y reencontrarse como mujer, más allá de su nuevo rol de mamá.
Son mujeres que han sido madres. Allí está todo su secreto.
Se preparan para acompañar y asistir a otras mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio. Están a favor de los partos mínimamente intervenidos por la medicina y aseguran que cuanto menos se entromete uno con el proceso fisiológico de traer vida a este mundo, mejor salen las cosas.
De la mano de Michel Odent, cirujano y ginecólogo francés que a partir de la década del '70 revolucionó la obstetricia al oponerse a la "medicalización" de los partos, surgieron tendencias, escuelas y movimientos que apuntan a hacer de cada nacimiento una experiencia única, respetada y natural.
En ese contexto aparecen -o reaparecen- las doulas.
Doula se pronuncia dula. Viene del griego antiguo y significaba esclava. Pero no en el sentido que podríamos tomarlo ahora sino en cuanto a que una mujer se ponía al servicio de otra mujer para ayudarla. La doula era la más sabia, la que había atravesado el embarazo, el parto, la lactancia y podía acompañar a otras mujeres en su maternidad. Melina Bronfman, eutonista, reikista y terapeuta corporal, (integrante de "Doulas de Argentina" y de la Escuela de Parteras Comunitarias del Siglo XXI) explica que su tarea es la de intentar reproducir lo que hacían esas antiguas doulas.
Las doulas -añade- no son las parteras: esas siguen siendo las que ayudan específicamente a dar a luz. Las doulas "ya hemos parido, sabemos qué se siente, qué molesta, qué y cómo duele, qué alivia. Es cierto, no todos los partos son iguales, y esto sucede en gran parte porque se vulnera muchísimo la fisiología. Pero la fisiología es muy parecida y en mi caso, tuve un hijo pero asistí a muchos nacimientos. Cuando hablás de mujer a mujer sabés a qué te estás refiriendo".
La partera, el obstetra y además la doula. ¿No es mucha gente? No, al contrario (risas). Hoy en día el obstetra y la partera del sistema de salud están enfocados en los aspectos clínicos del parto: cuánto de dilatación, los latidos del bebé, pero nadie se fija en cómo está la mujer. La doula, primero teniendo la formación de su propia experiencia y segundo formándose con otras doulas más experimentadas puede tener muchos recursos fisiológicos, corporales, y emocionales para ofrecer. Es una especie de experta en confort. Brinda a la mujer comodidad. Cuando la mujer está confiada, libera el cóctel de hormonas que necesita para parir.
¿Y cómo o por qué llega una mujer a solicitar la asistencia de una doula? Esto depende. Algunas porque pasaron un parto anterior y no se sintieron bien tratadas, o porque una amiga les contó que se atendió con una doula. A veces el contacto comienza con el mismo embarazo y a veces antes de embarazarse la mujer busca el contacto con una doula.
¿Esta función no la podrían desempeñar las abuelas, las tías abuelas, las hermanas mayores? Sí, de hecho así ocurre aún hoy en día en algunas culturas. Pero en la nuestra se ha perdido. Antes las mujeres parían en las casas y otras mujeres sostenían. Pero cuando la mujer fue a parir al hospital renació la doula. Independientemente de cómo sea el parto, es mucho mejor para la mujer ser acompañada por otra mujer.
¿Esto es lo que contempla la ley de parto respetado? Esa ley, la 25.929, avala que la mujer pase a la sala de partos con alguien de su elección que puede ser su pareja o su doula y a veces ambos. Hay médicos que ya se dieron cuenta de lo útiles que somos y propician la presencia de las doulas. Es un beneficio para todos.
¿De qué manera trabajan? En general, las mujeres se contactan con nosotras antes del parto. Nos vemos semanalmente en reuniones y mediante preguntas, charlas y actividades se va preparando a la futura mamá a darse cuenta de que el trabajo de parto va a comenzar y qué ir haciendo en ese momento.
Las mujeres suelen temer el dolor del parto… ¿Hay algo que ayude a atravesarlo? Hay recursos, sí. Y no son farmacológicos. Por ejemplo, la postura. No es lo mismo recibir una contracción parada o acostada que en cuatro patas en una posición donde la pelvis no recibe el peso de la panza. O recibir esa misma contracción en cuclillas, agachada. Es muy difícil quedarse quieta cuando una tiene un dolor. Para parir fisiológicamente la mujer necesita poder moverse. La posición de litotomía -acostada- es desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), porque es peligrosa para ella y su bebé. Apoyamos esa libertad de movimientos: las contracciones uterinas hacen que uno desee moverse: pero te inmovilizan y te anestesian.
En cambio la aplicación de la anestesia detiene el trabajo de parto y corta el cóctel de hormonas que propicia el parto fisiológico. Este es uno de los motivos que explica el enorme aumento de las cesáreas.
Pero muchas veces son las mismas mujeres que, temerosas, piden una cesárea… Es un tema para reflexionar mucho. Las mujeres creen que lo peor del parto es el momento de dar a luz. Pero las que lo atravesamos sabemos que lo peor del parto viene después: la soledad inmensa que se siente, la terrible incomodidad física y lo más angustiante que pasa es que en el momento en que peor te sentís físicamente… tenés que ocuparte de un ser que demanda todo…
El puerperio ¿es tan difícil? Generalmente sí. Y la mujer está con una emocionalidad a flor de piel, la naturaleza lo hace así para que pueda estar cerca del bebé y darse cuenta, por ejemplo, de por qué llora. El bebé necesita ese contacto muy estrecho con la mamá. Una especie de gestación externa. Recuerdo que mi abuela, al mes de haber parido pretendía estar "perfecta" pero en realidad se enfermaba después de ser mamá. Ella decía que era porque le caían mal los partos. Lo que le caía mal era el puerperio. Durante muchos años no se habló de este tema. Y quedó el fantasma de la maternidad pegado al parto.
¿Qué hace concretamente una doula durante el parto? La doula comienza a acompañar el trabajo de parto desde que se inicia, con las contracciones. Ahí funciona la búsqueda del confort que hemos mencionado. Primero, la mujer sabrá que el trabajo de parto no "duele" todo el tiempo: duele la contracción, y de esta (que dura alrededor de un minuto) la molestia más grande son unos 20 segundos. En una situación así se puede optar por posturas diferentes, un baño de agua caliente, utilizar pelotas grandes donde descargar la tensión, recibir un masaje en ciertos lugares de la espalda o simplemente tomar la mano.
Cuando la mujer descubre que puede atravesar ese trance y se va aflojando segrega todas las hormonas que necesita para llegar al parto, a veces, sin necesidad de ser anestesiada. La doula también entra a la sala de partos. Es algo que la mujer tiene que haber elegido y deben estar de acuerdo el obstetra y la partera. Ahí podemos pedir que se bajen las luces, que haya más silencio, etc.
¿Es importante que el hombre esté? Es muy importante, pero antes hay que prepararlos para eso. Cuando llegan al curso suelen sentir que el parto es de ellas, pero cuando empiezan a involucrarse se dan cuenta de la importancia que tiene su presencia en ese momento: él la sostiene, la protege, hace fuerza también, etc.
Es muy difícil a nivel físico poder acompañar solo o sola a una mujer. Creemos que un hombre solo no da abasto, no puede estar pendiente de todo lo que hace falta, desde alcanzar un vaso de agua o comida, preparar los bolsos, atender el teléfono, llamar al ascensor, buscar el auto… Hacemos un trabajo en equipo.