La decisión de ser padre es una de las cosas más importantes en la vida de un hombre. Cualquiera sea la edad del futuro padre o su estado civil, seguramente afectará tu vida en múltiples aspectos. Particularmente, la relación con la pareja se profundizará y se creará un lazo muy fuerte por muchos años, incluso en los casos en que la pareja ya no exista.
Entrar en la "paternidad", puede ser un período muy optimista en su vida, ofreciendo nuevos desafíos sociales, emocionales y financieros. También pueden surgir otros problemas y dificultades que resolver, pero la felicidad de ser padre por primera vez será una de las experiencias más enriquecedoras de toda tu vida.
En general todos los padres atraviesan las mismas experiencias durante el embarazo. A continuación te explicamos cuáles pueden ser sus emociones en esta etapa tan maravillosa.
La noticia del embarazo La paternidad lleva las emociones a sus niveles más profundos. Si ya estaban buscando un embarazo, cuando escuches la primera noticia de que tu pareja está embarazada sentirás seguramente placer, confianza y orgullo tanto como padre así como también como hombre. Y siempre buscarás para tu futuro, proyectos que estén relacionados con tu paternidad.
Los primeros meses del embarazo Durante los primeros meses de la gestación la realidad física del bebé será mucho más palpable en tu pareja. Te tomará seguramente un tiempo incorporar a tu hijo a tu realidad actual. Cuando la situación se hace consciente, a veces puede ser un shock y puedes sentir que ahora "sí" habrá cambios en tu vida. Puedes estar orgulloso y encantado, pero también es cierto que muchas veces se puede sentir miedo ante estos nuevos desafíos.
La sensación de abandono Algunas veces esta transición hacia la paternidad puede ser dificultosa y se asocia con tendencia a la depresión, o al sentirse un poco abandonado por la pareja.
Es frecuente que en estos casos el hombre se aboque con ahínco a su trabajo o a actividades fuera de la casa, para evitar enfrentar las nuevas situaciones. Pocas veces esta alteración emocional es muy severa y debe acudirse a consejeros especiales o terapeutas para encontrar la forma de reencauzar la situación.
Lo ideal es conocerlo antes del nacimiento del bebé, para que pueda dar pautas claras acerca de cómo se irá desarrollando la vida cotidiana de ese hijo y de qué manera es posible enfrentar las dudas y los temores habituales.
Para el doctor Raúl Gómez Traverso, coordinador de Pediatría de los Centros MEDICUS, la relación de los papás con el pediatra que llevará adelante la atención de su bebé debería comenzar antes del nacimiento de ese chiquito.
Hay cuestiones muy importantes que es ideal conversar y decidir –afirma el pediatra-. ¿Cómo se va a alimentar? ¿Dónde va a dormir? ¿Con qué imágenes o sonidos se lo va a estimular? Un niño aprende lo que vive. Hay una vieja poesía de moda hace años que habla de eso… Si un niño vive en un ambiente de armonía, aprenderá a ser cortés, y si vive en un ambiente de pelea, aprenderá a ser violento. El niño copia a sus padres, pero no sólo a ellos sino también a aquellos con quien convive. Y uno de los grandes problemas es que parte de esa convivencia es con la televisión".
Para el doctor Gómez Traverso, la instalación de esta cultura de violencia con la que convivimos a diario es un gran problema frente al que la pediatría no puede cerrar los ojos. En ese sentido, advierte que la decisión de con qué imágenes y estímulos se nutrirá emocionalmente a un bebé es fundamental. "Hay Mozart para acunar a los chicos -reflexiona-, pero es necesario que todo el clima de una casa acompañe… Cuando nosotros teníamos 3 años nos vestían de marineritos. Ahora hay ropa de guerra camuflada para nenes de un año… La cultura de la violencia está instalada en la sociedad, está ‘naturalizada'. La forma de comunicarnos, de competir, todo es agresivo. Frente a la televisión, un chiquito recibe imágenes violentas tanto desde programas para niños como por los que ve igual, aunque sean para adultos. De estos temas hay que hablar en la consulta pediátrica, desde el principio".
Hoy en día todos los adultos corremos. Las mamás trabajan dentro y fuera de las casas. Esa falta de tiempo para dedicarse a los hijos, ¿influye? ¿Cómo? Es cierto, el paradigma ha cambiado. La mujer trabaja tanto como los hombres. Hoy en día vienen papás a la consulta porque las madres están trabajando. La mamá no puede estar… ¿con quién se queda? ¿Quién lo estimula? La clave aquí es que esa mamá, presente o no físicamente, es la líder que conduce el estímulo. Ese bebé escuchó el latido de la mamá durante 9 meses y el contacto entre ambos implica el reencuentro con ese olor, ese latido, esa voz… Es lo que pasa también con la lactancia: el chico tiene que continuar con ese trato con la mamá una vez que ella ha vuelto a casa para lograr que ese vínculo, que fue origen del ser, siga siendo fortalecido.
¿Y cómo puede ayudarla el pediatra en esto? Hay un esquema de visitas y controles: el primer mes la visita es una vez por semana, y hasta el año se visita al pediatra una vez por mes. Es el control del niño sano. No se trata ahí de medir y pesar simplemente… Hay que hablar: cómo distribuir los tiempos, cómo responder a las demandas. Para que el chico crezca sano necesitamos entregarle a la mamá y al papá una cantidad de pautas y ver cómo las van concretando.
¿Pautas de qué tipo? Entre los chicos menores de un año son muy frecuentes las lesiones por cuatro causas principales: caídas, electrocución, intoxicación y ahogamiento. Un mensaje fundamental es no quitar los ojos del niño. Pensemos en algo cotidiano, cambiarle los pañales. Quizás el primer tiempo se lo cambia en la cama, pero si el colchón es blando puede que se produzca un efecto tobogán y el bebé caiga. Además, si la mamá se sienta en el borde, al cabo de algunos meses ¿cómo estará su columna? ¿No será mejor hacerlo sobre una superficie firme y a más altura? Sí, pero atención. Al mes el bebé no rola, a los tres sí… Si voy a cambiarlo ahí tengo que sujetarlo con una mano en la panza y llevar antes el óleo, el pañal.... eso no tiene por qué saberlo la mamá, pero si le quita los ojos de encima y el bebé se cae, el trauma craneoencefálico es la primera causa de lesión, pega con la cabeza porque el 70% de su peso corporal está en la cabeza.
Después, el bebé empezará a gatear… ¿Y cómo está acomodado el televisor? A menudo, sobre una mesa con rueditas. Una lesión frecuente es la caída del televisor sobre los nenes… El aparato está inestable, los chicos se agarran de la mesita. Por eso aconsejamos el corralito. Es un lugar donde dejarlo seguro cuando no podemos verlo. Elnene te demuestra lo que aprendió cuando tuvo el golpe… Uno creía que no rolaba y resulta que rolaba… Hay que anticiparse a la lesión, no se puede dejar al chico en el medio de la cama para cambiarle los pañales y salir a buscar el óleo y el pañal…
¿Todas estas cuestiones pueden ser abordadas durante la consulta pediátrica? Deben ser abordadas. Lo mismo acerca de qué cochecito elegir, cómo deben viajar en el auto… La prevención de lesiones es también una vacuna que, sino se aplica, puede causar un dolor interminable.
Hoy en día muchos padres están preocupados por la falta de límites… ¿Es competencia del pediatra ayudarlos también en ese aspecto? Sí, vemos situaciones complicadas en el consultorio. Chicos muy pequeños que insultan o no tratan bien a los papás. Aquí, otra vez, está presente la influencia negativa de lo que ven en la televisión, un tema sobre el que el pediatra debe intervenir. A veces tener un chico es difícil, pero es un acto de amor. En este mundo violento hablar de amor quizás es un ideal.
Pero si queremos pensar en un crecimiento sano, en un desarrollo sano, hay que que pensar en una crianza con amor, hay que volver a hablar de amor con la familia. Pero ese amor no es un "viva la pepa". Hay muchas mamás y muchos papás que por temor o desconocimiento nunca le dicen NO a los hijos. Tenemos que rever este concepto. Decirles NO es también estar amándolos. Eso no es retarlos. Es educarlos. Necesitan ese límite. Los chicos esperan ese abrazo que les dice NO. Es un abrazo que contiene. Y les hace mucha falta.