Las dificultades sociales y legales para una adopción se suman a los mitos fundamentales que rodean este tema. Estas creencias conforman un campo para sortear tarde o temprano y se puntualiza a continuación.
El primer mito es creen en la adopción como un hecho traumático y nocivo para el hijo, en el que el niño aparece como portador de una marca indeleble para el resto de su vida ("siempre tendrá problemas..."). La respuesta precisa a este punto radica en aceptar la adopción como un hecho reparador y restaurador de otro suceso realmente traumático: el abandono del niño. Todos los seres humanos portan marcas en su vida; la adopción es una de las más definidamente recuperables en lo que al amor concierne.
Un segundo punto conflictivo reside en la fantasía de "la fuga y el retorno", por lo cual todo hijo adoptivo es un "pensionista" en el hogar que al llegar a la adultez partirá a buscar a sus "verdaderos padres". Es cierta esta curiosidad de un hijo por quienes fueron sus padres biológicos, pero ningún hijo bien querido y bien tratado huye de su casa.
La tercera posibilidad de conflicto es la tajante división imaginaria entre los padres "verdaderos" o naturales y los padres "postizos" o adoptivos. La respuesta está en la paternidad, no como un hecho biológico, sino como una responsabilidad social y cultural basada en el amor y el respeto. "La paternidad se gana, no se hereda". Este mito, señalado con su disociación, conlleva una fatal sensación de inferioridad de la familia adoptante para con los padres biológicos.
Se suman aquellas situaciones basadas en la creencia del supuesto origen genético de todas las conductas humanas. Se produce la inculpación de todos los conflictos normales o patológicos del niño, a su bagaje hereditario ("vaya uno a saber de que familia viene...") En síntesis: la pareja adoptante debe resolver, previamente a la adopción, su conflicto frente a tres fantasías fundamentales:
• La culpa de la presunta esterilidad conyugal • La fantasía del origen genético defectuosos del hijo • La fantasía de la fuga y el retorno del niño a sus padres biológicos.
Conflictos, culpas, temores y angustias, subyacen en todo el proceso de adopción y crianza de un niño adoptado. Desmitificar la adopción, discutirla, solicitar ayuda al pediatra o algún apoyo psicológico, es revalorar la pareja y su posibilidad de ser padres.