La adopción no es una opción fácil. Esta palabra signa un proceso en el que la pareja enfrenta una situación difícil y dolorosa: la falta de hijos.
No está hecha para alguien que solo "piense" que sería buena idea tener un niño correteando por la casa. O un "compañero de juegos" para la pequeña María. O un "ayudante" para Mami. O un "amigo" para Pepito. O un "acompañante" de Papá en sus acampadas. Pregúntese usted mismo…¿Qué derecho tengo yo de imponer mis egoístas necesidades a cualquier niño?
Por otra parte, piense si Ud. puede ofrecerle algunas de estas cosas: ¿Amor, cuidado y seguridad? ¿Está usted preparado para el hecho que usted PERTENECERÁ a este niño? ¿Las noches de insomnio? ¿Los días horribles? ¿Las discusiones sin sentido? ¿Los insultos? ¿Los agravios? ¿Los comentarios de los vecinos? Los amigos que de pronto están ocupados. Si uno no está seguro, o algunas de lo dicho precedentemente lo hacen mínimamente dudar, mejor consulte con un especialista antes de tomar una decisión de esta magnitud.
La adopción debiera ser tomada como la reparación del problema que es el abandono de un niño, más que como un hecho traumático en sí. No tiene por qué haber diferencias entre "padres postizos" y "verdaderos" o "hijos propios" y "adoptados", si sabemos desmitificar estos términos y apreciarlos con naturalidad.