1. Anamnesis: Entrevista con la pareja para determinar antecedentes familiares, conocer su vida sexual (frecuencia coital, uso de anticonceptivos, etc.), las características de la menstruación de la mujer, enfermedades anteriores, consumo de drogas y medicamentos, hábitos alimentarios, deportivos, laborales, etc.
2. Exploración física: Pruebas complementarias para detectar malformaciones, anomalías o enfermedades.
1. Espermiograma: Consiste en el estudio del semen, movilidad, cantidad y anatomía de los espermatozoides, eyaculaciones insuficientes o anómalas, etc.
1. Estudio de la temperatura basal: sirve para comprobar si la menstruación es regular. 2. Análisis hormonales: Consiste en la búsqueda del nivel plasmático de progesterona entre los días 22 y 23 del ciclo. También sirve para detectar posibles trastornos endocrinos. 3. Biopsia de endometrio: análisis de una muestra de tejido para detectar anomalías o enfermedades que impiden la implantación del cigoto. 4. Ecografía transvaginal: para visualizar malformaciones o anomalías anatómicas (miomas, por ejemplo). 5. Laparoscopia: observación del abdomen y la pelvis con la introducción de un instrumento óptico, que permite evaluar los órganos genitales internos y determinar la presencia de adherencias y la existencia o no de endometriosis. 6. Histeroscopía: observación ocular del útero mediante un instrumento llamado histeroscopio. Es útil para el diagnóstico de pólipos endocavitarios y sinequias (adherencias) uterinas. 7. Histerosalpingografía: radiografía del útero y las trompas con una sustancia de contraste que se inyecta desde el cuello del útero. 8. Prueba postcoital o test de Sims-Huhner: evalúa la interacción de los espermatozoides con el aparato genital femenino. Para ello, se obtiene en el momento ovulatorio y tras 5 a 15 horas de una relación sexual, una muestra del moco cervical que se analiza para determinar sus características físicas y la presencia de espermatozoides.