La anemia es una enfermedad común durante el embarazo. Anemia significa que la cantidad y/o tamaño de los glóbulos rojos de la mujer es inferior a los valores normales. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno al organismo y al bebé. La causa más común de esta enfermedad es la deficiencia de hierro y justamente el hierro ayuda a producir glóbulos rojos. La cantidad de hierro recomendada se duplica durante el embarazo y pasa de aproximadamente 15 mg. a 30 mg. al día.
La mayoría de las mujeres embarazadas ingiere esta cantidad mediante una combinación de alimentos ricos en este mineral, y si esto no alcanzara, el médico recomendará un suplemento vitamínico. La falta de hierro puede hacer que una se sienta más cansada que lo habitual durante estos meses. Además, su médico realizará pruebas para evaluar el nivel de anemia al menos dos o más veces durante el embarazo.
Es poco probable que una anemia, a menos que sea crónica, sea nociva para el bebé, lo que puede provocar la deficiencia de hierro es un mayor riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer.
La rubéola es una enfermedad que en la infancia es leve pero que, si nos afecta durante el embarazo, puede producir graves consecuencias en el feto durante el nacimiento. Aproximadamente, el 25% de los bebés cuyas madres contraen la rubéola durante el primer trimestre del embarazo nacen con uno o más defectos (esto se denomina Síndrome de la Rubéola Congénita) como deficiencia en la vista, pérdida de audición, problemas cardíacos, retraso mental y, con menor frecuencia, trastornos del movimiento.
Gracias al uso extendido de la vacuna contra la rubéola, ya no se producen brotes importantes de esta enfermedad. Se recomienda a todas las mujeres hacerse un sencillo análisis de sangre para saber si es inmune a esta enfermedad; caso contrario es conveniente vacunarse 28 días antes de quedar embarazada.
La varicela es una enfermedad viral que afecta principalmente a los niños. Sus síntomas incluyen una erupción cutánea con picazón y fiebre. Entre el 85 y el 95% de las mujeres embarazadas es inmune a la varicela, lo cual significa que no pueden contraerla. No obstante, aproximadamente 1 de cada 2.000 mujeres sí puede hacerlo, esto puede traer aparejado consecuencias serias para el bebé, según en qué etapa del embarazo se produzca la infección.
Si la infección se produce durante las primeras 20 semanas del embarazo, existe un riesgo mínimo (menos del 1 por ciento) de que el bebé nazca con Síndrome de Varicela Congénita, cuyas consecuencias son graves para el feto. Si la infección se produce cerca del momento del parto, el bebé puede nacer infectado con varicela que tratado inmediatamente sólo se trataría de afección leve.
Sin tratamiento, hasta el 30% de los bebés muere. Existe un análisis de sangre que puede determinar si una mujer es inmune o no a la enfermedad. Si no está segura de haber tenido la enfermedad de niña, debe realizarse este análisis de sangre antes del embarazo o durante los primeros meses. Las mujeres que no son inmunes, y aún no están embarazadas, pueden vacunarse. Los expertos recomiendan no obstante esperar al menos un mes para intentar quedar embarazadas. Las mujeres embarazadas que no son inmunes deben evitar a las personas con varicela y a aquellas que hayan tenido contacto con alguna persona enferma. Una persona infectada puede contagiar la enfermedad antes de desarrollarla.
La toxoplasmosis es una infección producida por un parásito que sólo suele presentar síntomas de apariencia gripal en un adulto, pero que puede tener serias consecuencias para el bebé en gestación si no es tomada a tiempo. Si una mujer la contrae durante el embarazo puede causar daño cerebral fetal y ceguera y, en ocasiones resulta fatal. El mayor riesgo está en el primer trimestre. El toxoplasma está en las heces de animales infectados, especialmente en los gatos, pero la mayoría de las personas la contrae ingiriendo carne mal cocida, especialmente aves. Cuanto más jóvenes son las embarazadas mayores posibilidades tiene de no ser inmune. Hay que pedirle a nuestro Obstetra que nos realice un análisis de sangre para averiguarlo.
¿Cómo podemos prevenirla? • No vacíe ni limpie la caja donde el gato hace sus necesidades. Pídale a otra persona que lo haga • No alimente a su gato con carnes crudas o poco cocidas • Utilice guantes si realiza trabajos de jardín • Mantenga al gato dentro de la casa, si es posible • No coma carnes crudas o poco cocidas, especialmente de cordero o cerdo • Lávese las manos de inmediato con agua y jabón después de manipular carne cruda • Lave bien todas las frutas y verduras antes de comerlas • No toque mascotas ajenas • Evite los areneros donde juegan los niños. Los gatos pueden utilizarlos para hacer sus necesidades
La quinta enfermedad (Erythema infectiosum) es una enfermedad leve típica de la infancia causada por el parvovirus B19. Provoca una erupción cutánea en la cara y, con menor frecuencia, fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta y dolor en las articulaciones en los niños. Con frecuencia, los adultos infectados tienen dolor e hinchazón en las articulaciones y, a veces, síntomas similares a los de la gripe pero en la mayoría de los casos sin erupción cutánea.
Las mujeres con niños pequeños y las personas que trabajan con ellos (por ejemplo, cuidadores de niños y maestros) tienen el mayor riesgo de exposición e infección. Aproximadamente el 60% de los adultos ha tenido la infección cuando eran niños y, por lo tanto, son inmunes de adultos. La mayoría de los fetos no se ven afectados si la madre se infecta. Sin embargo, hay algunos casos en que sí pueden contraen la infección.
El virus puede menoscabar la capacidad del organismo de producir glóbulos rojos, lo cual lleva a una forma peligrosa de anemia, insuficiencia cardíaca y, en aproximadamente el 2 al 9% de infecciones fetales que puede ocasionar hasta la muerte del feto.
Si está embarazada y no está segura de ser inmune, puede protegerse contra la infección de la siguiente manera:
• Lávese bien las manos y con frecuencia, especialmente después de tocar pañuelos de papel utilizados por niños que podrían estar infectados • No comparta vasos ni utensilios con ninguna persona que haya estado expuesta a la enfermedad
Aproximadamente, del 3 al 5% de las mujeres embarazadas puede desarrollar diabetesdurante el embarazo. Este tipo de diabetes, llamada Diabetes de Gestación, se produce cuando la hormona que convierte el azúcar de la sangre en energía produce altos niveles de azúcar en ella. Esto se debe a que las hormonas del embarazo interfieren con la capacidad del organismo de usar la insulina.
Las mujeres que corren mayores riesgos son aquellas mayores de 30 años, obesas y que tengan antecedentes familiares o personales de diabetes. Otro factor a tener en cuenta es haber tenido un bebé que pesaba más de 4 kg., al nacer o nació sin vida. Si las mujeres con diabetes de gestación no se tratan, el feto recibirá demasiado azúcar en la sangre y es posible que crezca demasiado.
Los bebés demasiado grandes corren el riesgo de sufrir lesiones durante el parto vaginal, razón por la que suele ser necesario practicarle a la madre una cesárea. Los bebés de las madres con diabetes de gestación también pueden tener dificultades para respirar, poco azúcar en la sangre e ictericia durante las primeras semanas después del nacimiento.
La mayoría de las mujeres con diabetes de gestación no presenta síntomas, aunque algunas experimentan hambre, sed o fatiga extremas. Es probable que su médico le realice la prueba de diabetes de gestación entre las semanas 24 y 28 del embarazo.
Cuando el páncreas no produce suficiente insulina como para controlar el nivel de glucosa (azúcar) en la sangre se produce la diabetes. Las hormonas del embarazo tienen un efecto antinsulínico, lo cual agrava un cuadro de diabetes preexistente.
Es importante que las embarazadas diabéticas insulino-dependientes lleven a cabo un muy buen control del nivel de azúcar en sangre, ya que la diabetes puede llevar a recién nacidos de alto peso y a importantes anomalías en el feto, tales como problemas cardíacos, respiratorios y complicaciones maternas que van desde la micosis crónica hasta la pre-eclampsia. Pero no hay que asustarse ya que con un buen control cualquier madre diabética tiene muy buenas posibilidades de dar a luz un bebé saludable, con escasas complicaciones.
La preeclampsia (también conocida como toxemia) afecta aproximadamente al 5% de las mujeres embarazadas, la mayoría de ellas madres primerizas. No se conocen cuáles son las causas de los signos y síntomas que presenta: alta presión arterial y proteína en la orina, a veces acompañado de hinchazón (edema) en la cara y las manos, y aumento súbito de peso (1/2 kg. o más al día).
Otros signos evidentes incluyen visión borrosa, dolores de cabeza intensos, mareos y dolor de estómago. Las mujeres con preeclampsia leve por lo general no presentan síntomas evidentes, lo cual significa que si desarrollan la enfermedad es probable que no sospechen que la tengan.
Por lo general, la preeclampsia se detecta durante las visitas de cuidados prenatales rutinarias (esta es una de las razones por la que es muy importante que asista a todas sus citas de cuidados prenatales). En cada visita su Obstetra le medirá la presión arterial y el nivel de proteína en la orina. De esta manera, si se le diagnostica preeclampsia, puede tratársela antes de que se vuelva grave.
Si no se la tratara, puede causar daños severos, dado que la presión arterial alta constriñe los vasos sanguíneos del útero que suministran oxígeno y nutrientes al bebé y es posible que el crecimiento del bebé sufra un retraso. La preeclampsia también aumenta el riesgo de desprendimiento de la placenta de la pared uterina antes del parto.
Un desprendimiento severo puede provocar una hemorragia intensa y entrar en estado de shock, que pueden poner en peligro la vida de la mamá y del bebé.
Otra complicación que puede surgir si no se trata la preeclampsia es una condición poco común y muy peligrosa llamada eclampsia, que puede llevar a convulsiones y coma. Además, aproximadamente el 10% de las mujeres con preeclampsia grave desarrolla un trastorno llamado Síndrome HELLP. (HELLP son las siglas en inglés de hemólisis, enzimas hepáticas elevadas y bajo recuento de plaquetas).
Los síntomas del Síndrome HELLP incluyen náuseas y vómitos, dolores de cabeza y dolor en la zona abdominal superior derecha. Las mujeres también pueden desarrollar el Síndrome HELLP aún no teniendo preeclampsia entre 2 y 7 días antes del parto. El tratamiento incluye medicamentos para controlar la presión arterial y evitar las convulsiones y, a menudo, transfusiones de plaquetas. Al igual que con la preeclampsia y la eclampsia, el parto del bebé es la única "cura" real para el Síndrome HELLP.
Las mujeres que desarrollan dicho Síndrome durante el embarazo casi siempre deben dar a luz a sus bebés antes de término para evitar complicaciones graves. El tratamiento para la preeclampsia depende de su severidad, de la salud del feto y de la etapa del embarazo en la que se encuentra la madre. Si tiene preeclampsia leve cerca de la fecha del parto y el cuello del útero ya ha comenzado a dilatarse, es probable que su médico desee inducir el parto. Esto puede evitar las complicaciones que pudieran haberse desarrollado si la preeclampsia empeorase durante su embarazo.
Si el cuello aún no está listo para la inducción, su médico realizará un seguimiento estricto de su estado y el de su bebé hasta que llegue el momento adecuado para la inducción o hasta que comience el parto por sí solo. Si desarrolla preeclampsia antes de la semana 37, es probable que su médico le recomiende reposo en cama y, según el caso, medicamentos para la presión arterial hasta que su presión se estabilice o tenga al bebé.
Ocasionalmente, la presión arterial de la mujer continúa subiendo a pesar del tratamiento y debe inducirse el parto para evitar mayores problemas tanto para la madre y el bebé. Un estudio realizado en la Universidad de Washington en Seattle descubrió que las mujeres que hacían ejercicio en forma regular durante el embarazo podrían tener menores probabilidades de desarrollar preeclampsia.
Este estudio comprobó también que las mujeres con ciertos factores de riesgo de preeclampsia (como obesidad) podrían tener menos probabilidades de desarrollar el trastorno si hicieran ejercicio en forma regular durante el embarazo (consulte siempre a su médico antes de iniciar y continuar un programa de ejercicios durante el embarazo para asegurarse de que sean seguros para usted).
Otros tratamientos que se mostraron efectivos durante estudios preliminares (como la aspirina y el calcio) no han resultado útiles para prevenir la preeclampsia.
¿Quiénes corren riesgo de desarrollar preeclampsia? Las mujeres que tengan alguno de los siguientes factores de riesgo pueden tener más probabilidades de desarrollarla:
• Primer embarazo • Mucho tiempo transcurrido entre embarazos (un estudio realizado recientemente comprobó que las mujeres que dejaban pasar 10 años entre embarazos tenían las mismas probabilidades de desarrollar preeclampsia que las madres primerizas. Por lo general, las madres primerizas tienen al menos el doble de probabilidades de desarrollar preeclampsia que las madres que esperan su segundo bebé o un bebé posterior) • Antecedentes personales de alta presión arterial crónica, enfermedad renal, diabetes o lupus eritematoso sistémico (una enfermedad autoinmunitaria) • Embarazo múltiple (mellizos, trillizos o más bebés) • Menos de 20 años de edad o más de 35 • Exceso de peso • Antecedentes personales de haber desarrollado preeclampsia antes de las 32 semanas de gestación
El herpes tiene alto riesgo de contagio al bebé si la mamá se infectara en la última cuarta parte del embarazo y tiene aún síntomas para el momento del parto. La infección producida por el virus herpes simplex II puede llevar un retraso en el crecimiento del feto. La mitad de los niños que nacen en esta situación adquieren alguna forma de infección herpética, que puede comprometer los ojos, la boca y la piel.
Sin embargo, si la madre no presenta síntomas y el virus no se encuentra alojado en el cérvix o en la vagina, el riesgo de contagio de su bebé es menor al 1 por mil. Si el herpes o una recidiva se producen después de la semana 34 del embarazo, su médico investigará la presencia del virus y posiblemente indicará una cesárea.
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (HIV) causa el SIDA. El SIDA es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Casi todas las personas con HIV desarrollan SIDA.
Las personas con SIDA no pueden combatir enfermedades. Usualmente adquieren infecciones serias, ciertos tipos de cáncer, y otras enfermedades graves.
El HIV se propaga al: • Tener relaciones sexuales sin protección con una persona infectada • Tener contacto con sangre infectada. Las maneras más comunes de infección es cuando las personas que se inyectan drogas comparten las agujas; o al realizarse una transfusión de sangre infectada con el virus
Muchas de las personas infectadas por HIV no presentan síntomas al principio. Las señales tempranas de la infección por HIV son:
• Fiebre • Dolor de cabeza • Cansancio • Engrandecimiento de las glándulas linfáticas (glándulas en el cuello y la ingle)
Como medida de prevención pídale a su médico que le haga la prueba del VIH antes de quedar embarazada. Y pídale también a su pareja que se haga la prueba pues no existe aún una cura para esta enfermedad. Cada año aproximadamente 6.000 mujeres con HIV dan a luz, muchas inclusive no saben que tienen el virus. Una mujer infectada puede pasar el virus a su bebé durante el embarazo, nacimiento o la lactancia. Y lo más importante: Si tiene el HIV o SIDA no amamante a su bebé.
Infecciones de transmisión sexual Existen otras enfermedades de transmisión sexual tales como: Sífilis, Gonorrea, Clamidia, Tricomoniasis, Vaginosis bacteriana, Verrugas genitales, etc. Consulta con tu Obstetra y él te contará en qué consiste cada una de ellas y cuál sería la solución a estas infecciones.
Durante el embarazo, el organismo femenino enfrenta su misión más exigente. Es por eso que algunas situaciones que existían, subyacentes o "dormidas", aparecen durante esta etapa tan especial. Un ejemplo ocurre con la diabetes gestacional, que -en promedio- se presenta en un 5% de las mujeres que esperan un bebé y que luego desaparece terminado el embarazo.
El embarazo, naturalmente, es una situación que favorece la producción de distintas hormonas que tienen algo en común: crear un fenómeno de resistencia a la insulina, la hormona que actúa como una "llave" abriendo paso al ingreso de la glucosa, el "combustible" de las células.
La gran mayoría de las embarazadas superarán el reto y sus páncreas producirán más insulina de lo normal. El objetivo será compensar la resistencia que el cóctel hormonal producido durante la gestación tiende sobre los receptores de las células y dificulta el ingreso de la glucosa. "Cuando sus páncreas no son capaces de elaborar esta insulina extra, aparece la diabetes gestacional", explica la doctora Liliana Salcedo, médica de larga trayectoria especializada en el tema y enfatiza que lo ideal es que toda mujer realice un asesoramiento preconcepcional, porque pueden existir factores de riesgo para distintas enfermedades o condiciones que un buen chequeo previo podrían detectar, corregir o tratar. "Y no sólo para diabetes gestacional sino también para otros problemas"- asegura.
Algunos de los factores de riesgo para desarrollar diabetes durante en el embarazo y fuera de él son modificables. Por ejemplo: la obesidad. "En nuestro país hay una importante proporción de personas con sobrepeso lo que proporciona un riesgo mayor. Una mujer que comienza su gestación con kilos de más tiene más chances de sufrir diabetes durante el embarazo", dice la médica.
También existen otros factores de riesgo, no modificables: la edad (más de 30 años eleva el riesgo, que se incrementa mucho más a mayor edad), los familiares directos con diabetes, haber nacido con 4 kilos o más o haber tenido un hijo de 4 kilos o más (macrosómico).
Otras situaciones que deberían ser tratadas previamente al embarazo son el síndrome metabólico con o sin ovario poliquístico;patologíasque necesiten tratamiento con corticoides o el haber recibidoestimulación hormonaldurante los tratamientos de fertilización asistida; condiciones que aumentan la resistencia a la insulina y por lo tanto el riesgo de diabetes gestacional. En suma: lo ideal es iniciar el embarazo con el mejor status metabólico posible, es decir, con la glucemia normal (menos de 100 mg/dl en ayunas al inicio de la gestación).
Sin factores de riesgo "Esta evaluación metabólica de la embarazada tiene que hacerse considerando dos grupos: las que tienen y las que no tienen factores de riesgo -afirma la doctora Salcedo. Con el primer control del embarazo es de rutina solicitar una glucemia en ayunas (con un ayuno que idealmente no debería extenderse más de 8 horas). Si la cifra obtenida es menor a 100 mg/dl y la embarazada no tiene ningún factor de riesgo, la gestación seguirá su curso con los controles habituales hasta que, entre las semanas 24º y 28º, se realizará la Prueba de tolerancia a la Glucosa (POTG)".
¿En qué consiste esta prueba?En la obtención de una muestra de sangre en ayunas, luego la ingesta de 75 g de glucosa diluída en agua acidulada que puede tomarse en un lapso de alrededor de 5 minutos. Al cabo de dos horas, se toma otra muestra de sangre y si el resultado es menor de 140 mg/dl se considera normal. Pero si éste es mayor de 140 mg/dl, allí mismo se diagnostica Diabetes Gestacional".
Sin embargo, no siempre los caminos son tan claros. Puede ocurrir que la primera glucemia de control del embarazo haya superado los 100 mg/dl. "De ser así, automáticamente se enciende la luz roja en el tablero"- advierte con claridad la doctora Salcedo y dice que en esos casos la Prueba de Tolerancia a la Glucosa debería realizarse antes de la semana 24º de embarazo. Pero puede ocurrir que aun en estas situaciones el examen más exigente dé resultados dentro de lo normal: es que la diabetes gestacional difícilmente aparece antes de la semana 20º del embarazo, cuando el bebé comienza a ganar más peso y el páncreas materno, de existir un déficit para la producción de insulina, lo manifestará sin rodeos.
"Si el problema aparece antes de la semana 20º de embarazo lo más probable es que la mujer sea diabética en estadío subclínico, es decir, una diabética sin diagnóstico previo"- explica la doctora Salcedo.
Con factores de riesgo Si existen factores de riesgo, aunque la primera glucemia en ayunas del inicio del embarazo sea normal (menos de 100 mg), se realiza de inmediato la Prueba Oral de Tolerancia de Glucosa. Y se repetirá entre las semanas 24º a 28º.
Pero puede pasar, que ni aun en esa etapa el problema se manifieste aunque en realidad esté. Por eso en aquellas pacientes con pruebas de resistencia dentro del límite de lo normal pero con factores de riesgo la recomendación es repetir la toma de glucosa en la semana 32º del embarazo. Y ahí, habitualmente, hace su aparición. Si en cambio eso no ocurre, se proseguirá con la gestación normalmente rumbo al parto.
Si cualquiera de las Pruebas Orales de Tolerancia de Glucosa resultan igual omayor de 140mg/dl se diagnostica Diabetes Gestacional Normoglucémica.
Si la Glucemia en Ayunas fuera mayor o igual de 100mg/dl, se diagnostica Diabetes Gestacional Hiperglucémica."Sin factores de riesgo, la posibilidad que una mujer desarrolle diabetes gestacional es baja. En un trabajo sobre alrededor 4000 embarazadas, hallamos únicamente 4 sin ningún factor de riesgo que sin embargo la padecieron. Por eso, cuando no existen condiciones que ameriten un seguimiento especial, la indicación es realizar primero la glucemia en ayunas y si es normal, la prueba oral entre las semanas 24º y 28º y nada más. Pero la prueba siempre se debe realizar, con y sin factores de riesgo"- afirma la especialista.
Un proceso delicado Cuando ese primer examen de resistencia a la glucosa confirma el diagnóstico, la embarazada con diabetes gestacional enfrenta el desafío de llevar su gestación con buenos controles y llegar a término.
Uno de los riesgos es que el bebé supere los 4 kg de peso al nacer. "El peso fetal es resultado de muchos factores, no solo la diabetes, también están los genéticos: si el padre o la madre son grandes de tamaño es normal que el hijo también lo sea. Esto se va controlando por ecografía. El bebé de una mujer con diabetes sin controlar bien su glucemia, tiene la posibilidad de tener su cabecita de tamaño normal, pero su pancita mucho más grande, lo que creauna asimetría, que puede dificultar el parto natural. Una mujer que inicia un embarazo con sobrepeso o con obesidad tiene mayor riesgo de tener un hijo de alto peso que aquella que lo empezó con un peso normal. Pero también más riesgo de desarrollar diabetes gestacional, aunque no la desarrolle y tener un hijo con un mayor riesgo de nacer con alto peso, y que ese tamaño no sea sinónimo de salud"- advierte la doctora Salcedo.
La especialista enfatiza que, se manifieste o no el problema, el control del peso en la embarazada es un aspecto crucial del proceso.
"No podemos manejar la producciónhormonal de un embarazo, pero sí ayudar a que la mujer no aumente demasiado de peso. Si se empieza la gestación con kilos de más, lo ideal es que la balanza no se mueva durante los tres primeros meses y subir entre 6 y 7 kilos al cabo del término. Hay que seguir un plan de alimentación muy controlado y muy saludable a la vez, en manos de un especialista. El plan no tiene que tener carencias pero debe lograr que la embarazada aumente lo aconsejado según su peso de inicio de embarazo. Los planes de alimentación con descenso de peso están desaconsejados".
Las embarazadas con peso inicial normal, tienen una posibilidad de ganancia de peso mayor, entre 7 y 13kg.
La actividad física no es en estos casos la niña mimada de la película para la doctora Liliana Salcedo. "Tiene que ser controlada: el organismo va a adaptar su circulación al requerimiento. No existe un volumen sanguíneo movible. Si a lo que demanda normalmente el útero le sumo el ‘motor' de algo intenso el músculo necesitará más energía y esto será a expensas del útero. Contraindico deportes de competición por riesgo de caídas y cualquier ejercicio intenso. El límite para detenerse son las contracciones uterinas, que pueden aparecer inclusive caminando. El útero es un músculo que a medida que el embarazo avanza se empieza a preparar para el parto, va adquiriendo mayor sensibilidad y responde a distintos estímulos. Y hay distintos umbrales a ese estímulo por ello existen algunas mujeres que caminan sin problemas y otras que enseguida tendrán contracciones. El medidor es la contracción uterina: si aparece, ahí se para. Si alguien tiene un plan de actividad física que lo siga en el embarazo,pero si nunca hizo nada es el peor momento para empezar. Lo ideal es la natación para descansar y relajarse, no la alta competencia. No hay que olvidar que cualquier esfuerzo importante puede disminuir el caudal de sangre al bebé".
En el 75% de los casos, las mujeres con diabetes gestacional manejan la situación con un buen plan de alimentación y el automonitoreo de su glucemia. "Son las mujeres que tienen la glucemia normal en ayunas y aumentada luego de comer –dice la médica-. El otro 25% es más complicado y presenta glucemia alta en ayunas. El tratamiento dependerá de cuán alta esté y de acuerdo a ello se le indicará insulina, que existe de muchos tipos y seguras para el embarazo. Generalmente se aplican durante los dos últimos meses de la gestación".
La doctora Salcedo afirma que no suele ser fácil para las embarazadas enfrentarse a la tarea de medir glucemia y aplicarse insulina, pero que la misión se asume con conciencia y amor porque de lo que se trata es de cuidar la vida del ser que se está gestando. "Al cuidarse, cuida a su hijo –explica-. Cada vez que su glucemia aumenta automáticamente se incrementa en el bebé. Y como ese páncreas es un ‘cero kilómetro' producirá mucha insulina al detectar hiperglucemias: la insulina es la hormona de crecimiento número uno y es por eso que, por un lado, el chico engordará si la glucemia materna no está controlada y por otro, su páncreas será exigido aun antes de nacer y eso puede crearle condiciones para una diabetes futura".
Preguntas Frecuentes
El parto, ¿suele adelantarse? Las mujeres que controlan bien su glucemia llegan a las 40 semanas con normalidad. Cuando no se logran los objetivos de tratamiento, se va haciendo un seguimiento del embarazo y si se ve que el bebé está en riesgo de superar los 4 kg se realiza una cesárea para minimizar los riesgos; lo habitual es adelantar el parto una y dos semanas.
¿Y después del parto? Al bebé que nació con peso normal se le hacen controles básicos; al de más de 4 kg, se le hace una glucemia una vez por hora, sus primeras horas de vida y se le administra glucosa para compensarlo en casos de hipoglucemia.
¿Genera más riesgo en el hijo que su madre haya tenido diabetes durante el embarazo? La recomendación es que se le preste atención a su páncreas, especialmente si el problema de la mamá no fue bien controlado, porque en ese caso también habría sido exigido el páncreas fetal. Lo ideal es que ese niño no enfrente situaciones descencadenantes, sobrepeso y vida sedentaria, los factores habituales de riesgo para desarrollar diabetes.
Pasado el embarazo, lo más probable es que este cuadro se termine, aunque la indicación es realizar una prueba de resistencia a la glucosa 6 semanas luego del parto y después cada dos años. "El problema puede pasar, pero marca una predisposición, que será mayor cuanto más alta haya sido la glucemia en ayunas –dice la doctora Liliana Salcedo-. Nuestra recomendación es que estas mujeres se cuiden, mantengan su peso y hagan actividad física para evitar o disminuir la posibilidad de desarrollar diabetes. Y también aconsejamos que no tengan muchos hijos, porque cada embarazo exigirá a su páncreas y la aproximará más al desencadenamiento de la enfermedad".